Las placas rojas de Crónica TV se han convertido en un emblema de la cultura popular argentina, en un modo de contar las historias. Un clásico del periodismo informativo del cable hecho marca. La interrupción de la transmisión, la música -esa marcha militar que reconfiguró su significado- y el titular latiendo. Ahí puede llegar una noticia contada con la mayor objetividad posible o disparates que rozan lo bizarro y ponen en jaque el moralismo. Cómo olvidar “Mueren dos personas y un boliviano”.
Hoy, uno de los responsables de las placas es Facundo Pedrini: un pibe de 29 años quedice ser un periodista gráfico atrapado en la televisión. Pedrini -que es alto, despeinado y de barba, viste camisa arremangada metida dentro del pantalón formal- es el vicedirector de noticias de Crónica TV, propiedad del Grupo Olmos, y escribe en medios gráficos como Anfibia, MU y Hecho en Buenos Aires. Oriundo de Ramos Mejía, hace 10 años que trabaja en el canal, pero hace tres que se hizo público. La triple fuga de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci en la primavera macrista le dio -sin querer- una identidad como el hombre que en la actualidad está detrás de las clásicas placas rojas.
-Esas no fueron estrictamente mis placas -aclara rápido, mientras toma gaseosa en un bar de mesas de madera curtida, cuadros en blanco y negro y un televisor con noticias-. No soy el hombre de las placas. Hay un colectivo que labura muy fuerte.
Una cosa no quita la otra. Pedrini no es el único que escribe placas. No todas las placas de impacto de Crónica son de su autoría, pero las del tráiler realista veraniego nacieron de él.
-La cobertura que hicimos de la fuga tenía otro enfoque: una mirada burda. El mundo entraba en pánico, pero había una cosa bastante torpe en ese “dónde están”. Entonces apelamos a los Reyes Magos, al Dakar. Le encontramos una banquina -explica con un hablar pausado: cada palabra parece dibujarse cuando la pronuncia-. Ese trabajo estuvo por encima de las placas, que simplemente narraron una película.
Las placas fueron creadas por Héctor Ricardo García (fundador de la señal) junto con Mario Gavilán (primer director de noticias). Dicho de otro modo: las placas están desde que existe Crónica. A pesar de su antigüedad, podrían tomarse como un horizonte que colaboró en definir la identidad narrativa de Twitter en el país: informar desde una subjetividad socarrona. Quizá por eso resulte paradójico que el canal que nutrió de chistes y memes internet -las redes sociales sobre todo- haya llegado tarde a la comunidad del pajarito. Al momento de la triple fuga, Crónica TV no tenía cuenta oficial y Pedrini fue subiendo a la suya las placas que colgaba al aire. Una excompañera de la facultad vio la catarata de tuits y le propuso entrevistarlo. La nota salió disparada y Pedrini ocupó el lugar que los Lanatta y Schillaci dejaron vacío en los portales cuando fueron encontrados.
Crónica siempre está
Facundo tiene 20 años y mira a su madre dormirse. El cuerpo se va relajando sobre ese sillón de cuerina pegajosa. Las paredes blancas, los azulejos manchados, el olor a desinfectante. Él mira a las mujeres que aguardan su turno para realizarse el tratamiento de quimioterapia en el Hospital Británico. Cuando su madre se deja vencer por el sueño, empieza a escribir: cuentos, cartas que no entregará a nadie, crónicas sobre esas mujeres enfermas, igual que su madre. Lo que escribe -todo lo que ahí escribe- es triste.
Tiempo después, la enfermedad se llevó a su madre y varios de esos textos fueron a parar a su blog, Luz de patio. Aún hoy Pedrini sigue subiendo relatos a esa web. Algunos son ensayos escriturales que, dice, necesita que estén ahí. No tiene la intención de que alguien los lea.
Mientras todo eso pasaba, cursaba el primer año de la carrera de Comunicación en la Universidad del Salvador y entraba a trabajar en Crónica TV como telegrafista, el encargado de generar todos los caracteres que aparecen en la pantalla: un taquígrafo digital. Su ingreso en el canal -que se dio por medio de un amigo- significaba una oportunidad laboral en un mercado que ya comenzaba a estrecharse. Nada más.
-No pensé que iba a estar tanto tiempo. De alguna manera todo se terminó en mi vida menos Crónica. Me mudé, me dejó mi novia, me volví a enamorar, se murió mi vieja y estuve un tiempo afuera -vivió seis meses en España, donde hizo un doctorado en Periodismo Político-. Crónica tuvo la variable constante ante esa fugacidad. Es un lugar para volver. Con las placas de la triple fuga, Pedrini se convirtió en un ser visible.
-La exposición para quien no suele tenerla es vista con una doble vara -dice-. Están los que se alegran y los que se quejan del porqué.
Por las placas de la triple fuga, Pedrini escribió un libro. La televisión le permitió salir de ella misma. Publicado por Ediciones B, Argentina: una historia en placas recorre los hechos emblemáticos de la historia nacional a partir de los títulos colorados. Carlos Ulanovsky fue el autor del prólogo y allí dijo: “En su trabajo diario, Pedrini contribuye a desdramatizar la realidad que bastante pesada es. Cada placa roja constituye en sí misma una pequeña historia de seis u ocho palabras que nace y muere con la instantaneidad propia del medio televisivo, pero que debe ser recordada”.
-Puede que hoy las placas tengan más reputaciones que antes -dice Pedrini al respecto-. Pero se debe a una necesidad de la audiencia, no en la naturaleza de sí mismas. Tiempo después, vino el teatro: una adaptación del libro en la que Pedrini fue el protagonista de su propia historia ficcionada. No se arrepiente de haber sido un actor de la avenida Corrientes, pero dice que no lo volvería a hacer.
-No soy eso -sentencia-. Vos sabés cuándo estás jugando y cuando estás persiguiendo un sueño.
En esa carrera, los caminos de Pedrini se bifurcaron cada vez más. Comenzó a escaparse de la televisión con mayor frecuencia. Sus colaboraciones en medios se volvieron habituales y ahí encontró el lugar donde expresar sus ideas. Suele escribir sobre temas vinculados a derechos humanos y violencia de género.
Ese compromiso social -que basta con chequear su cuenta de Twitter para comprobar que viene desde hace tiempo- se volvió masivo cuando el último recital del Indio Solari en Olavarría se convirtió en un apocalipsis. Mientras en la mayoría de los noticieros se buscaban responsables, Pedrini en Crónica -y por fuera del canal, mediante una campaña en internet- se cargó la búsqueda de los chicos perdidos tras el show. Tituló que los vecinos liberaran el wifi y pidió buscar a los pibes extraviados en lugar de a los culpables. Estableció prioridades.
Su mirada personal también la hizo placa cuando tituló sobre fondo negro -de luto- “Ganó Miguel Del Sel”, cuando el humorista triunfó en las PASO en Santa Fe. Hoy se arrepiente de ese acto apresurado, porque las placas no son la extensión de su diario íntimo.
-La lógica del minuto a minuto te quita relectura. El repentismo tiene doble filo. Hay cosas que se escapan -explica sobre el oficio de escribir placas-. La mirada del titulador no puede estar por encima del recurso. Es difícil porque todos tenemos una mirada de las cosas.
Cuando le pregunto si hay un manual de estilo dice que no, pero que hay cosas que no se tocan al momento de pensar un título: la fe, los ídolos populares, la familia. Lo sagrado.
-Creo que las placas no han cambiado tanto con los años. Lo que cambia es la lectura y la necesidad de definirlas a partir de parámetros actuales.
Hace seis meses -desde que ocupa el puesto de vicedirector de noticias- Pedrini trabaja cerca de 12 horas diarias. Cuando no lo hace, está pendiente de lo que pueda pasar: al momento de coordinar esta entrevista avisa que durante la charla deberá estar mirando su teléfono en caso de que suceda algo o lo soliciten. Vive a un ritmo frenético. Y, a esa velocidad, las placas se convirtieron en su canal para contar historias.
-Me atraen las historias porque ahí radica el verdadero oficio del comunicador, el que observa como un framer a la gente. El drama del tipo que no puede salir de la casa porque tiene un árbol en la puerta. La mujer que ve una mancha y piensa que es una virgen. Esa es la mitología moderna.
Ese es, también, el lugar que ocupa Crónica TV y sus placas rojas en la cultura popular argentina: el de mito viviente. Y Facundo Pedrini es, en su tiempo, el trovador que narra las historias.
Fuente Diario La Nación