La investigación comprende a 32 personas y se inició en 2014 con el seguimiento de dos quioscos de venta de estupefacientes y su cadena de abastecimiento.
A diez días de que se cierre el juicio histórico contra la llamada banda de Los Monos con la lectura del fallo, los líderes de la organización narcocriminal recibieron ayer la noticia de que en breve deberán sentarse en el banquillo de otro proceso de no menor envergadura. En este caso se trata de una investigación originada en un búnker cercano al barrio Las Flores que dejó al descubierto, a fines de 2014, una estructura de narcotráfico a gran escala, dedicada a la distribución y venta tanto de cocaína como marihuana. Los que aparecen como cabecillas de esta estructura criminal son Ariel Máximo “Guille” Cantero y Jorge Emanuel “Ema” Chamorro, quienes al ser detectados moviendo los hilos de la banda estaban presos en la cárcel de Piñero, la misma donde se encuentran ahora.
Por la actividad de esta red, cumpliendo roles diversos, serán enjuiciadas en total 32 personas. Entre ellas están Patricia Celestina Contreras, la madre de “Guille”. También las parejas de Ariel Cantero y “Ema” Chamorro, Vanesa Barrios y Jesica Lloan, quienes son consideradas en el rol jerárquico de la organización. La tesis de la Fiscalía federal es que en esta causa, conocida como “Los Patrones”, las mujeres del grupo fueron los engranajes clave de los movimientos del grupo narco, tomando el relevo de los líderes presos.
Los fiscales que elevaron a juicio esta causa consideran que “Guille” Cantero y “Ema” Chamorro junto a sus parejas llevaron adelante una estructura narcocriminal única y mancomunada, al menos desde el mes de noviembre de 2014, y dejan en claro que tienen fuertes sospechas de que actualmente la red podría seguir operando (ver página 35). Pidieron que ellos cuatro sean acusados como organizadores de narcotráfico, un delito que, destacan, puede imponerles penas que van de los 8 a 20 años de prisión.
La investigación
La pesquisa fue iniciada en 2014 por la delegación de Drogas Peligrosas de la Policía Federal de Rosario que siguió a un local de venta al menudeo ubicado en Laprida y Chávez, en el extremo sur de la ciudad. Los seguimientos a los soldaditos que allí actuaban permitieron conectar la actividad de ese local con otro ubicado en Platón al 1400, en el corazón de Las Flores. Eso llevó a un grupo familiar de apellido Reyna, parientes cosanguíneos del clan Cantero.
El avance de la causa conectó a otras conspicuas figuras ligadas a hechos de narcotráfico que también irán a juicio. Por ejemplo Diego Cuello, dueño de la llamada “narcochacra” de Alvear, que en este caso aparece asociado a los líderes de Los Monos. En un departamento ocupado por Cuello se encontraron casi 5 kilos de cocaína pura que eran producto de la gestión de esta banda. Las escuchas a su celular, reiteradas y sostenidas, lo sitúan como un “importante proveedor”.
También cayó Horacio Castagno, detenido en un departamento de Corrientes al 1900 de Rosario, que funcionaba como laboratorio de producción y estiramiento de cocaína. En su vivienda había precursores químicos para estirar la pasta base, como alcohol, lidocaína y acetona. Igual suerte corrió Miguel Angel Menéndez, de barrio Las Flores, señalado como vendedor, aunque considerado por distintas fuerzas de seguridad como otro cocinero histórico de la red.
La elevación a juicio de esta causa fue impulsada por la fiscal federal Adriana Saccone que trabajó de manera conjunta con el titular de la Procuraduría de Narcotráfico de la Nación (Procunar) Diego Iglesias.
Para los fiscales que actuaron en el caso, se revela el accionar de una desplegada asociación ilícita con pluralidad de miembros, de fuerte estructuración en vínculos familiares, que es un elemento común con lo que se ve en el juicio que concluirá la semana próxima en la Justicia provincial. Es claro para los acusadores que el grupo ahora imputado gestionaba sus actividad en el comercio de droga “bajo el halo protector que les otorgaba pertenecer a la banda de Los Monos”.
Otro punto de confluencia es la cantidad de personas próximas a ser juzgadas en los Tribunales Federales que ya están en juicio en el ámbito provincial. Es el caso de “Guille” Cantero y “Ema” Chamorro. O de Celestina Contreras y Hernán Bustos, ya condenados en un juicio abreviado en 2014, por pertenecer a Los Monos. Bustos, apodado “El Gordo Hernán”, se sentará en el banquillo en este caso como responsable de la seguridad de los búnkeres.
Los roles específicos
Como había hecho el juez federal Marcelo Bailaque al momento de procesar a los miembros del grupo, ahora los fiscales Saccone e Iglesias indican la constelación de relaciones que prueban la pertenencia a un mismo grupo. La evidencia se basa en abundantes escuchas telefónicas a los integrantes, el seguimiento de los acusados cuando concretaban actividades de provisión y venta de sustancia ilícita, hasta la incautación de estupefacientes como corolario del proceso de pesquisa. También los fiscales ordenaron la identificación y secuestro de bienes, básicamente vehículos, en uso de los imputados. Y mencionan la libre disponibilidad de armas de fuego para el caso en que fuera necesario su empleo lo que otorga al emprendimiento un rasgo más de empresa criminal.
Esta banda también tenía una línea de provisión de marihuana que enlazaba a “Ema” Chamorro y Jesica Lloan con Luis Peñalba. Éste era según los fiscales un soldado que tenía contacto con un fuerte abastecedor radicado en Corrientes, con antecedentes de narcotráfico, llamado Elías Javier “El patrón” Sánchez, de donde proviene el nombre de la causa “Los Patrones”. Tras un largo seguimiento los investigadores interceptaron un camión en Santa Sylvina, Chaco, que venía a Rosario al mando de Sánchez, quien consiguió escabullirse del operativo policial. El vehículo transportaba 399 panes de marihuana que implicaron 341 kilos.
Para los fiscales, “Guille” Cantero y “Ema” Chamorro eran los organizadores de la empresa criminal desde sus celdas en Piñero. Quienes recibían y ejecutaban sus órdenes eran sus mujeres. Precisamente Vanesa Barrios fue demorada un domingo de noviembre de 2014 luego de acomodar su Volkswagen Gol Trend en el estacionamiento de la cárcel y junto a sus dos hijos pequeños se dirigió al portón del pabellón 7 para la visita rutinaria a su marido “Guille”. Allí efectivos de la Policía Federal le avisaron que estaba imputada por pertenecer a esta banda.
En tanto, Gladys Barrios, tía de Vanesa, irá a juicio por “ocupar un rol importante en la organización proveyendo estupefacientes, contactando proveedores, organizando la logística de los puestos de venta y retirando dinero para la organización”. A Celestina Contreras se le endilgó ocupar asimismo un papel destacado “proveyendo estupefacientes y participando en la toma de decisiones respecto de los distintos puntos de venta de droga”.
También queda acusada por un rol similar Norma Bullón por garantizar el suministro de los quioscos de calle Laprida al 7000 y Platón al 1400, que dieron inicio a la investigación. Y a Patricia Reyna y Vilma Reyna por encargarse de la logística y distribución de la droga. Los Reyna son una familia de Las Flores, afincados en Estrella Federal al 1900, ligada por lazos de parentesco con los Cantero.
Escuchas reveladoras
La línea de “Guille” Cantero y Vanesa Barrios se conecta, según prueban las escuchas, con los abastecedores Cuello y Castagno. “El control del aspecto económico de la empresa narcocriminal quedó evidenciada en una charla del 2 de noviembre de 2015 entre Vanesa Barrios y “Guille” en la que éste expresamente le da instrucciones respecto a la necesidad de suspender el pago a Diego Cuello —seguramente como parte de una operación vinculada con la adquisición de estupefaciente— y así poder darle otro destino al monto adeudado”, indican los fiscales.
Castagno recibe pedidos interceptados de parte de Gladys Barrios de “escama”, “especial”, “la pura”, “la cara”, en clara referencia a distintas variantes de cocaína. Daniel Monserrat, su colaborador en el estiramiento de esa sustancia, también llegará a juicio.
Otro de los proveedores de cocaína identificados en la línea de recepción de Gladys Barrios es Alejandro Flores, quien le proporciona mercadería a la mujer, a la vez que es escuchado dándole los precios de lo ya suministrado.
También irñán al juicio los peones de la banda. Por ejemplo Alan y Kevin Quintana, dos chicos que operaban como soldaditos en búnkeres, considerados integrantes del peldaño más bajo de la red y ocupados de cuestiones de seguridad.
En definitiva van a juicio Ariel Cantero, Ema Chamorro, Vanesa Barrios y Jesica Lloan como organizadores de narcotráfico.
Por debajo de ellos responden veinte acusados de coautores de comercio de estupefacientes agravado por la participación organizada de tres o más personas. Estos son Gladys Barrios, Norma Bullón, Patricia Reyna, Vilma Reyna, Dora Insaurralde, Daiana Suárez, Analía Menéndez, Jesica Lencinas, Diego Cuello, Alejandro Flores, Juan Carlos Sánchez, Hernán Bustos, Eric Quintana, Gonzalo Rodríguez, Miguel Angel Menéndez, Jonatan Lazarte, Celestina Contreras, Nidia Acuña, Kevin Quintana y Alan Quintana.
Horacio Castagno y Daniel Monserrat responden como autores del delito de tráfico de estupefacientes en la modalidad de fabricación y comercialización.
Los que estaban ligados al traslado de la marihuana desde Corrientes a Rosario responden por delitos ligados a transporte y acopio de estupefacientes. Estos son Elías Sánchez, Elizabeth Cocimi, Andrés Lasalle, Luis César Peñalba, Luis Pedro Peñalba y Cristian Torancio.
El juicio se hace este año
Este juicio será el primero que afronten en Rosario miembros de la familia Cantero por delitos específicos vinculados al comercio de drogas. Fuentes judiciales consignaron a este diario que el proceso, iniciado en 2014, debería empezar este año. Le corresponde intervenir al recientemente creado Tribunal Federal Oral 3 integrado por Eugenio Martínez, Osvaldo Facciano y Mario Gambacorta, quien debería ser reemplazado por haber actuado como fiscal de grado al inicio de esta causa.