Entre los dos y los tres años es común que los chicos se enojen con llantos, gritos y patadas, los famosos “berrinches”.
Para poder resolverlos respetuosamente se necesita de mucha paciencia y empatía. Lo ideal es esperar para hablar con ellos cuando pase la tormenta, de esta forma van a estar más tranquilos y receptivos. Ese es el momento para poner en palabras su sentir y buscar una solución: “Sé que te enojaste porque querías seguir jugando y no querías ir a dormir, pero es muy tarde y mañana nos tenemos que despertar temprano, por eso hay que guardar los juguetes y descansar. Mañana ya podemos volver a jugar”. Otra cosa importante es hablarles agachados, a su altura.
Durante el berrinche podemos abrazarlos y contenerlos. Aunque su reacción pueda parecernos desmedida, ellos están demostrando su frustración. Si en ese momento los retamos o les gritamos solo vamos a empeorar las cosas.