Alan Ezequiel Pedraza salió con intenciones de ir ver el partido de Central ante San Pablo en el Gigante el jueves por la noche. Desde entonces nadie supo de él. Poco antes del mediodía del viernes apareció asesinado en un descampado en la localidad de Ibarlucea. Lo ejecutaron de 28 disparos, a juzgar por la cantidad vainas servidas que quedaron allí, y dejaron el cuerpo en una zona rural cercana al cementerio de Ibarlucea. Por la noche su padre había recibido un llamado que adelantó lo peor. “Llevale flores”.
Un trabajador de la zona encontró un cadáver en una zanja, al costado del trayecto conocido como Camino de los Incas, en Ibarlucea. Para llegar al lugar donde ejecutaron al joven, de 20 años, hay que adentrarse un kilómetro en zona rural, describió un investigador. Pasadas las 13 los detectives de la Policía de Investigaciones llegaron al sitio. Establecieron que el joven presentaba múltiples disparos, y en el lugar había 28 vainas servidas calibre 9 milímetros. “O le bajaron dos cargadores de pistola o usaron una metra”, dijo un vocero de la pesquisa.
Garrafa, como conocían en la calle a Pedraza, estaba afincado en Maestros Argentinos y Gutiérrez, en barrio Grandoli, una de las zonas en disputa entre los bandos de este barrio y el lindero Municipal, cuyos coletazos recrudecieron durante las últimas semanas en barrio Tablada.
Según investigadores, a Garrafa “lo chuparon” antes del partido de Central por la Copa Sudamericana, que se inició este jueves a las 21.30 en Arroyito.
Según las fuentes, los vecinos de esa zona de Ibarlucea comentaron haber escuchado a los lejos detonaciones, las que se presumen dieron muerte al joven, alrededor de las 21. En la zona no hay cámaras de seguridad, un dato que, se presume, los verdugos de Pedraza tuvieron en cuenta.