Papa y papusa
Dentro del rubro papas fritas hay dos variantes que el Código Alimentario Argentino no distingue, pero son diferentes: las papas de papa y las papas de pasta. Las primeras se hacen con el conocido tubérculo cortado muy finito, fritas, llenas de aditivos , sodio y azúcares. Las segundas son las que habitualmente vienen en un tubo. ¿Te preguntaste cómo es que las cortan tan igualitas? En rigor, no las cortan: es una pasta que se moldea y se fríe. Y que solo tiene el 42% de papa deshidratada ¿El resto? Mezcla de harinas de arroz, papa y maíz. Y saborizantes y sodio y azúcares hasta que tus venas revienten.
¿Y entonces?
¡Entonces hacelas en casa y al horno! Vas a garantizar que tengan poca sal (ponele lo mínimo), que están hechas con aceite nuevo y sin aditivos. Poné la fuente en el horno bien caliente unos 10 minutos. En tanto, pelá o lavá una papa mediana. Cortala en rodajas bien finitas con una cuchilla filosa. Volcá en un plato un chorro de aceite de oliva o de girasol. Mojá apenas las papas de cada lado. Ponelas en la fuente de horno unos 10 o 15 minutos de cada lado (o hasta que veas que están a tu gusto). Las primeras 24 horas se mantienen crocantes.
El 58% de las “papas de pasta” es una mezcla de harinas de arroz, papa y maíz.
Glutamato, mi buen amigo
En todas las marcas comerciales aparece el clásico glutamato monosódico, una sal que, además de causar dolores de cabeza, migrañas, espasmos musculares, náusea, alergias, anafilaxis, ataques epilépticos, depresión e irregularidades cardíacas, engaña al cerebro anulando la sensación de saciedad. Por eso no podés parar nunca de comerlas. Lo cual, claro está favorece la obesidad.
Don’t be nabo
Durante muchos años circuló la “verdad revelada” de que las papas fritas industriales se hacían con nabo porque era más barato. Es un mito que vaya a saber qué origen tiene. En nuestro país es infinitamente más barato cultivar papa que nabo, un tubérculo prácticamente desconocido.
El saborizante misterioso
Ninguna marca consigna en la etiqueta de qué está hecho el saborizante ¿Jamón serrano? ¿Albahaca? ¿Champignones? ¿Asado? El sabor puede ser rico, pero tiene muy mal olor.
Harinas y más harinas
Las papas más simples, las que se supone que son solo papa, aceite y sal, dicen, entre sus ingredientes, “puede contener trigo, cebada, lácteos y soja”. ¡Qué estamos comiendo? ¿Papas fritas o buñuelos?
¡Paren con la sal!
En enero de 2017 se modificó el Código Alimentario Argentino. La novedad tremenda es que se habilita hasta 350 mg de sodio por cada 100 gramos de producto. Es decir que en una sola porción de snacks (porción de 25 gramos, un cuarto del paquete más chico) tenés un tercio de la cantidad de sodio que la OMS recomienda para todo el día. Te comés un paquete entero y te zarpaste. En la tabla nutricional, todos los paquetes reconocen tener más del 20% de sodio. Eso quiere decir que son MUY saladas en ese producto y, por lo tanto, MUY desaconsejables.
A las finas grasas
El hecho de que sean finitas les proporciona ese crocante tan agradable. Pero, a la vez, es su perdición: si fueran más gruesas, absorberían menos aceite en el momento de la fritura. Las papas clásicas rondan los 35 gramos de grasa por cada 100 gramos: es decir, más de un tercio de esos 100 gramos corresponde a pura grasa. En las light la cifra desciende hasta los 20 gramos. Una bomba de grasa.