Beatriz Janin, prestigiosa psicoanalista especialista en niños, cuestiona duramente el supuesto incremento de la cantidad de niños autistas o con otros síndromes y trastornos.
Se habla de un incremento en la cantidad de niños autistas que llevaría a pensar en una epidemia.
Puedo relatar muchísimos casos de niños que llegan diagnosticados como TEA (Trastorno de Espectro Autista), cuando presentan dificultades en la adquisición del lenguaje y carecen de juego simbólico. Sin embargo, muchos tienen buena conexión afectiva, o la logran al poco tiempo de tratamiento y se conectan. La mayoría presentan dificultades para hablar a la edad en la que se supone que deberían hacerlo y tienen muy buena conexión con máquinas, pero no con otros humanos. Pero esto se revierte. Y cada niño tiene sus tiempos… Sobre todo cuando lo ayudamos. Decir que son TEA es simplificar en un nombre un funcionamiento complejo.
Considero que está ocurriendo con los niños pequeños lo que ya hemos visto con el Trastorno por déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), en que se agrupa una cantidad enorme de niños cuyos funcionamientos psíquicos son absolutamente diferentes, solamente a partir de ciertas conductas, como desatender en clase y moverse mucho.
El chico rotulado y el niño ideal: cuando el diagnóstico y el tratamiento invalidan
Del mismo modo, cualquier niño que no habla a la edad esperada o que no se relaciona con los otros del modo en que los demás lo hacen es catalogado como TEA, rótulo que se ha convertido en una bolsa de gatos en la que se meten todos los niños pequeños que presentan algún tipo de dificultad, sin diferenciarlos, sin tener en cuenta la historia en que se viene inscribiendo este funcionamiento y cómo se ha estructurado el psiquismo de este niño.
Insólitamente, también a niños que hablan y que aprenden con facilidad pero tienen dificultades en el contacto con otros niños, se los cataloga de TEA, considerándolos Asperger