Se trata de la golosina más comprada en el país.
Los de Santa Fe tienen capas finitas y crocantes, entre las que se puede ver el dulce de leche. Los de Córdoba son esponjosos, con un delicado baño de azúcar. Los marplatenses reúnen una precisa combinación entre todas sus partes: masa, dulce de leche y baño. En la Patagonia incluyen ingredientes autóctonos, como calafate o rosa mosqueta. El tucumano -también se lo encuentra en todo el NOA- lleva un relleno de merengue con miel de caña, que no empalaga e invita a comer uno tras de otro. Los alfajores invadieron la vida cotidiana de los argentinos, convirtiéndose en un fenómeno: son “el souvenir por excelencia” y la golosina más comprada. Hasta tienen su propia semana para honrarlo, que se está celebrando desde el lunes.
Fueron los del Club de los Kiosqueros Desvelados -al que pertenecen más de 2.700 miembros distribuidos por todo el país- los que idearon la Semana del Alfajor el año pasado. ¿Y por qué darle tanta importancia? Porque los alfajores se mantienen como la golosina más comprada por los argentinos, según datos de la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Afines (Adgya). Y detallan que cada habitante come un kilo por año, lo que a un peso promedio de 50 gramos por alfajor, arroja una cifra anual de 20 unidades por persona. En Argentina se consumen seis millones de alfajores al día, y eso da un promedio de 70 unidades por segundo.
El alfajor es uno de los alimentos que trasmiten nuestra identidad, porque cada región del país le fue marcando su impronta con los ingredientes que tenían a mano, como el Noroeste con la caña o la harina de maíz y el Litoral con la harina de papa y de mandioca.
Jorge D’Agostini pensó que era ya un buen momento para revelar su historia, justamente por su valor identitario, y lo hizo en el libro “Alfajor Argentino, historia de un ícono”. En sus páginas revela que llegó de Andalucía en el siglo XVIII, pero que desde ese momento estuvo ligado íntimamente a nuestra historia. “La Constitución Nacional de 1853 fue redactada en una alfajorería de la provincia de Santa Fe y, los constituyentes llevaron por primera vez el alfajor de dulce de leche como recuerdo en el regreso a sus provincias”, detalla.
Lo que nos representa
Confiesa que tiene las manos en el chocolate mientras habla de los alfajores. Diego Esteban Armanini, chocolatier tucumano, destaca que el producto va por buen camino. “La tendencia ahora es usar un buen chocolate como baño. Por ejemplo, una marca marplatense que está en todo el país ha sacado una línea de alfajores y conitos con 70% de cacao. Están muy buenos y son muy superiores a su competencia directa. Por otra parte, también están saliendo líneas más artesanales, como los Guolis: también son marplatenses y tienen relleno de dulce de leche con corazón de frutos rojos, galletas y chocolate de muy buena calidad. Son alfajores de $50 que se venden muy bien en Buenos Aires. Le encontraron una vuelta de rosca interesante”, comentó el artesano del chocolate, que a los 41 años dirige la empresa Armanini Chocolates Argentinos. Y aunque confesó que hizo alfajores que tuvieron buenos resultados, ahora se está dedicando más a chocolates con líneas especiales para cada región, incorporando los productos típicos del norte, el Litoral, Cuyo, centro y sur.
Sobre el alfajor, Armanini resalta que forma parte del mapa turístico junto con el malbec, el dulce de leche y el mate. “Eso es lo que buscan los extranjeros para llevar a sus países”, añade. Sobre esto último está de acuerdo José María Figueroa, encargado de un negocio de artesanías y productos regionales en la primera cuadra de la calle Congreso de nuestra capital. Comenta que si bien lo que más vende son las cajas surtidas con empanadillas, nueces confitadas y colaciones, son muy solicitados los alfajores de miel de caña (también los llaman “claritas”, porque el relleno está hecho a base de claras de huevo). Los que tiene en su local son elaborados en una fábrica de Tafí Viejo.
Figueroa cuenta que el turista primero pregunta siempre cuál es el alfajor típico tucumano y añade que seguro se llevará para regalar a sus seres queridos uno o dos paquetes de los de miel de caña, a pesar de que al lado siempre están las cajas con los que están bañados en chocolate. Tienta más esa dulce y abundante espuma color caramelo.