Paradojas de la vida, el hecho de que intentes documentar cada instante de tu existencia en las redes sociales puede evitar que esos recuerdos se queden inmortalizados en tu cerebro.
Así se desprende de un estudio realizado por el Journal of Experimental Social Psychology, que ha investigado cómo se graban en la memoria las experiencias de las personas que usan las redes sociales y de las que no las utilizan.
En una serie de tres estudios, dirigidos por Diana Tamir de la Universidad de Princeton, los investigadores exploraron cómo grabar fotos y vídeos para las redes sociales afecta al disfrute y al recuerdo de esas experiencias.
Según informa la revista Time, para realizar estos experimentos, los participantes tuvieron que presenciar interesantes charlas de TED o realizar visitas autoguiadas a una iglesia en el campus de la Universidad de Stanford.
Se les pidió que registraran sus experiencias de diferentes maneras: que hiciesen fotografías o tomasen notas del evento; que grabasen el acto pero no lo guardasen; que compartiesen el acto en las redes sociales o que se limitasen a reflexionar internamente.
Posteriormente, se les preguntó cuánto tiempo mantuvieron la concentración o si su mente estuvo dispersa. Después, se les sometió a un test de memoria.Tamir y su equipo descubrieron que compartir experiencias en las redes sociales no parecía afectar a la cantidad de personas que sentían que habían disfrutado de la experiencia.
Sin embargo, aquellos que escribieron, grabaron o compartieron sus experiencias tuvieron un 10% de resultados peor en las pruebas de memoria en todos los experimentos que se realizaron.
Los investigadores concluyeron que el posible culpable del déficit de memoria no era sólo el hecho de compartir los actos en las redes sociales, porque incluso los que tomaron fotos o escribirieron notas sin publicarlas también sufrieron los mismos efectos. La simple interrupción de la experiencia no pareció interferir.
Aquellos a quienes se les indicó que reflexionasen sobre una conversación de TED internamente sin escribir retuvieron tanta información como aquellos que sólo la miraban.
En cambio, fue el acto de externalizar su experiencia, es decir, reproducirlo en cualquier formato, lo que pareció provocar que perdieran algo de la experiencia original.
Fuente: El Mundo