Especialistas advierten que las mediciones deben llevarse a cabo con aparatos validados
Los teléfonos inteligentes no sólo han cambiado nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos y de entretenernos. También se han posicionado, de distintas maneras, como un buen aliado para el control permanente de los indicadores de salud. Al principio lo hicieron por medio de aplicaciones que incentivaban la actividad física y llevaban un registro del ejercicio diario. Luego se sumaron sensores como el de pulso cardíaco, hasta que Samsung incluyó en su último buque insignia, el Galaxy S9, un sensor capaz de monitorear la presión arterial. De esta forma, se convirtió en el primer smartphone con un servicio de esta naturaleza incorporado, es decir, sin necesidad de recurrir a dispositivos externos conectados al celular.
Suena muy bien, sobre todo para las personas con hipertensión o con riesgo de padecerla. Sin embargo, la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) advirtió que la medición de presión debe hacerse preferentemente con equipos validados y con la técnica correcta, y cuestionó los sensores que tienen los teléfonos inteligentes que funcionan como tensiómetros.
Como el Galaxy S9, en el mercado existen modelos de smartphones equipados con un sensor óptico capaz de medir la presión arterial -tensiómetros- y otros los ofrecen como un accesorio extra.
En general funcionan de una manera muy simple: el usuario debe sentarse, colocar el codo a 45° -como en la medición tradicional-, colocar el dedo índice sobre el sensor y esperar a que el aparato haga la tarea. Además, los teléfonos son capaces de llevar un registro histórico con esas mediciones. Pero para los especialistas estos aparatos generan más ruidos que utilidad en cuanto a la medición de este parámetro fundamental para la salud.
“Hasta el día de hoy ningún método con sensores colocados en teléfonos inteligentes ha sido validado de acuerdo con los estándares internacioneles y, por ende, no podemos asegurar que las mediciones que realizan sean confiables”, sostuvo el médico cardiólogo Pablo Rodríguez, de la SAHA