Desde que nació Mujeres al volante, en el 2009, recibo gran cantidad de mails pidiéndome ayuda para vencer el miedo a manejar. Miedo, fobia, pánico, temor: todos eufemismos para describir la sensación de desamparo que puede significar enfrentar el tránsito. ¿Es miedo a manejar? ¿O es miedo a no poder cumplir con el estado de infalibilidad que a veces nos imponemos? La presión es muy grande, no podemos equivocarnos, no podemos perder imagen, no podemos olvidarnos de la mirada del otro. Y entonces, claro, tampoco podemos manejar.
1. Admitir que tenemos miedo a manejar habla de nuestro déficit pero es imprescindible hacerlo: tenemos que entender que ese temor se vence y que esos pensamientos negativos se superan. ¿Cómo? En primer lugar tenemos que tener muy presente el deseo, las ganas. En segundo lugar, dejarnos motivar por las que sí lo lograron, por las que pudieron superar los obstáculos que se les presentaron. Y tercero, ganar la suficiente práctica, acompañadas por quienes nos dan seguridad y confianza.
2. Cuando no sabemos manejar y pensamos en hacerlo, seguramente se nos aparezca la catastrófica idea de un accidente. Como confirma la especialista Vilma Azcurra, instructora de manejo con más de veinte años de experiencia, los pensamientos llevan a los hechos, y es por eso que resulta clave poder tener el ejercicio y la práctica de eliminar las imágenes de catástrofe a la hora de sentarte al volante, y mutarla por la representación de independencia y felicidad.
3. También es importante acercarse al objeto temido en forma de práctica, práctica y más práctica. La práctica es lo único que genera un mayor conocimiento y seguridad, y el conocimiento nos da mayor poder.
4. El círculo de aprendizaje se cierra con la elección de la persona encargada de nuestra instrucción. Con disposición, conocimiento, capacidad pedagógica y empatía, el/la instructora ideal es la que logra transmitir confianza para llevar la tarea a buen puerto.
L a práctica es la mejor forma de sentirnos seguras y esa seguridad nos da la confianza que necesitamos para sentarnos al volante y disfrutarlo. Miedo es no saber qué va a pasar. Miedo es no saber qué hacer. Con la práctica el temor desaparece y, en su lugar, aparece la sensación única de libertad que da manejar un automóvil.