Tras superar una enfermedad y después del nacimiento de sus dos hijas, el ejercicio la ayudó a mejorar su vida a nivel físico, mental y económico
Leah Kingsley es madre soltera, tiene 41 años y en 2015 volvió a vincularse con el deporte, luego de haber tenido que dejar de entrenar a los 11 años tras sufrir una rara enfermedad.
Esta australiana, nacida en Sydney, tiene dos hijas, una de seis y otra de nueve años. Y, un día, decidió dedicar un tiempo para ella y empezar el gimnasio. Allí se reencontró con uno de sus viejos amores: las paralelas. “Voy a hacer la vertical”, se desafió, ¡y pudo! Eso la motivó a seguir entrenando.
Hoy, se reconoce “enamorada del deporte”, el cual afirma que le cambió la vida en muchos aspectos, no sólo en el físico sino también en el mental y en el económico. Y se dedica a dar clases personales de gimnasia y trabaja como entrenadora de niños y adultos. Su sueño es inspirar a las mujeres para que se animen a comenzar entrenar, sin importar la edad.
Para ella el ejercicio “es una manera de desconectarse del mundo durante una hora y no pensar en nada más”. “No estaba tan enfocada en perder peso”, cuenta a Daily Mail sobre el día en que decidió empezar el gym. “Simplemente lo hice más como algo mental, voy al gimnasio, me divierto un poco y me pongo en forma al mismo tiempo”, pensó en ese entonces.
Antes de retomar el gimnasio, Kingsley hizo yoga y ciclismo. Según contó, ella se inscribió en el gimnasio con el objetivo de tomar clases de yoga, pero cuando llegó descubrió la barra, las paralelas y los bastones, y no se pudo resistir.
“Empecé a pensar ideas y desafíos para hacer, y así me di cuenta de todo”, recuerda, y asegura: “Esto me motivó a regresar y a probar cosas nuevas”.
Su entrenamiento
Actualmente, entrena casi a diario. Dos veces por semana ejercita la parte inferior de su cuerpo a fin de tonificar sus glúteos y piernas. Los otros días, se enfoca en trabajar el equilibrio y en tonificar la parte superior de su cuerpo.