China ha decidido a principios de este año quitarse de encima el título de ser el gran vertedero del planeta, por absorber el 45% de toda la basura plástica que se genera en el mundo. Las consecuencias de esa decisión, de acuerdo con un estudio publicado esta semana, abrirán un problema gigantesco para el planeta.
La normativa aprobada en el sudeste asiático puso fin a las importaciones de ese material desde la década del ochenta, que sostenían un esquema enormemente ventajoso para las principales potencias, informó el diario español Público.
Las cifras son elocuentes: el mundo fabrica alrededor de 335 millones de toneladas de plástico cada año, mientras que la previsión es llegar a las 1.000 millones de toneladas en 2050 y sólo un 9% de todo eso se recicla. En conclusión, el veto de China suponía poner sobre la mesa la dimensión de un problema que hasta entonces se había tapado bajo la alfombra.
Con la decisión de Pekín, el destino del plástico cambió de las plantas de reciclaje chinas a distintos vertederos. El estudio realizado por la revista especializada Science Advances con el objetivo de analizar el impacto ambiental de esta decisión y publicado esta semana, no arrojó cifras alentadoras.
Solo en el 2016, China recibió 7,35 millones de toneladas de desechos destinados al reciclaje (más de la mitad de la cifra mundial total) provenientes de 43 países. Desde 1992, China y Hong Kong (que hasta 1997 era una colonia británica) recibieron un 72,4 % de toda la basura plástica reciclada del mundo. Mientras tanto, el tonelaje total mundial experimentó un aumento superior al 800% desde 1988 hasta 2016.
El informe de Science Advances reveló que incluso algunos países de América Latina, como México, Chile, Ecuador y Uruguay, mandaban sus desechos plásticos a China. La lista de exportadores estaba liderada por Estados Unidos, y el estudio pronostica que la producción de esta clase de desechos en los países desarrollados continuará aumentando en el futuro.
Sin China para reciclar estos volúmenes, 111 millones de toneladas se acumularán para el año 2030, estiman los expertos. De momento, los países que producen estos desechos —gran parte de ellos, desarrollados— no saben tienen un ‘plan b’ para esa basura.
Otros países del este de Asia se encargan ahora del reciclaje de plástico que China rechaza, pero están mal equipados para procesar tanta basura. El movimiento por prescindir de las bolsas de plástico en el comercio es “una gota en el océano” que representan las estadísticas generales.
Cada vez más plástico se desvía a los vertederos, pero el mayor de ellos es extraterritorial: es la Gran Mancha de Basura en el Pacífico, islas de desechos que se han formado incluso en aguas del alto Ártico.
Este año, con motivo del Día Internacional del Medio Ambiente, la ONU publicó un informe en el que declaraba “la guerra” al plástico. Unos 5 billones bolsas de plástico son consumidas cada año en el mundo y sólo una ínfima proporción es reciclada, afirmó la ONU.