El Ministerio de Agroindustria implementó un dispositivo especial para permitir que este año se importe al país soja originada en los Estados Unidos, como forma de paliar el déficit de materia prima que se registrará en el complejo oleaginoso argentino como consecuencia de la sequía.
Mediante una resolución publicada en el Boletín Oficial, el secretario de Alimentos y Bioeconomía, Andrés Murchison, dispuso la creación de un “procedimiento para otorgar autorización comercial a los organismos genéticamente modificados (OGM) con el objetivo exclusivo de ser utilizados como materia prima para su procesamiento agroindustrial y con fines de uso alimentario humano y animal”.
En los hechos, esta decisión implica que la Argentina abrió una ventanilla para habilitar, en principio por un lapso de cuatro años, el ingreso de soja u otros granos genéticamente modificados que no hayan obtenido aquí la aprobación de la Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria) y el sistema regulatorio, siempre y cuando esos granos no sean utilizados como semilla.
Esta decisión libera el camino para que varias empresas aceiteras puedan importar, tal como se viene anunciando, soja de los Estados Unidos, como una manera de paliar la escasez de oferta local del poroto que provocó la sequía del último verano.
Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires conocido ayer, la cosecha local de soja podría caer hasta 36 millones de toneladas en la campaña 2017/18, desde las 55 millones que se proyectaban inicialmente.
Esta situación impacta en la capacidad ociosa de la industria que muelen ese grano para producir aceite y pellets de soja.
En este contexto, en las últimas semanas se conocieron varios anuncios sobre la exportación de soja de Estados Unidos a la Argentina, en un novedoso flujo de negocios que, de acuerdo con estimaciones extraoficiales, totalizaría embarques por 1,6 millones de toneladas de soja.
Pero un inconveniente para que dichas operaciones pudieran concretarse era la normativa argentina en materia de transgénicos, ya que en Estados Unidos se han aprobado algunos OGM, como la soja Xtend de Monsanto, que aquí todavía no han sido liberados comercialmente.
El mecanismo ideado por Agroindustria para sortear este escollo consiste en que podrán gestionar autorizaciones especiales que “permitirán utilizar los OGM y productos derivados como materia prima para su procesamiento agroindustrial y con fines de uso alimentario humano y animal, pero excluyendo su utilización para siembra y comercialización de semilla”.