Una investigación determinó que esto aumenta cuando están sometidos al calor. Se acumula en el organismo.
Una investigación realizada en la Universidad Juan Agustín Maza logró determinar que el aluminio contenido en envases y recipientes de cocina se libera en mayor proporción cuando está en contacto con lácteos.
Es uno de los productos que más se desprende sobre alimentos, en particular cuando los envases que lo contienen están expuestos al calor.
La licenciada en Nutrición, Yesica Yamila Corbalán, de la Universidad Maza, realizó su tesis sobre esta temática y estudió la interacción entre los utensilios de aluminio y el desprendimiento de metal sobre los alimentos. Explicó que el trabajo contempló los efectos toxicológicos del aluminio frente a diferentes productos.
Lo que quisieron ver es “si a través de la incorporación del aluminio para envolverlos se transfería mucho a la comida, había que demostrar frente a qué comida”, explicó.
Lo que pudo concluir es que “frente al ácido cítrico no se desprende prácticamente nada, el mayor desprendimiento es frente al ácido láctico”, detalló.
“Con el aluminio se manifiesta un proceso muy particular: su migración desde algunos utensilios domésticos hacia los alimentos, lo que puede aumentar la ingesta diaria del mismo”, describe un informe sobre el trabajo.
Se envolvieron productos en papel aluminio y se los sometió a temperaturas superiores a 180°. Analizó, entre otros, bandejas para comidas preparadas y films para envolver. La concentración del metal fue determinada por espectrofotometría de absorción atómica. “El papel de aluminio resultó ser uno de los productos que más favorece el desprendimiento del elemento, lo que también se incrementa al elevar la temperatura en presencia de ácido láctico (lácteos y sus derivados). Lo contrario ocurre con la presencia de cloruro de sodio (sal de mesa) y ácido cítrico (salsas), que constantemente están en uso cotidiano”, señala el documento.
Para tener una noción de las circunstancias en que esto puede ocurrir la nutricionista mencionó el uso de recipientes de aluminio para calentar leche, la provoleta que ya viene en una bandeja de aluminio, que suele asarse directamente en ella y servirse también es común que se derrita manteca en un recipiente de aluminio o que se envuelva con un film para asar.
Se indicó que la incorporación de este metal en personas con disfunción renal son los que presentan mayor riesgo dado que los intestinos y riñones son la principal vía de excreción, una función inhibida en estas personas.
Cuando el metal ingresa por vía respiratoria, en casos de personas que trabajan con éste, al hacerlo en forma particulada permanece en los pulmones lo que ante una exposición prolongada puede causar fibrosis pulmonar.
También “se han medido concentraciones de aluminio superiores a las normales en cerebros de personas con encefalopatías (en pacientes dializados y en personas alcohólicas) y mal de Alzheimer”, destaca el informe.
Hay tres vías por las que una sustancia puede ingresar al organismo: oral, respiratoria y dérmica, esta última la menos problable en el caso de este metal. Por vía respiratoria, la principal población de riesgo son los trabajadores de fundiciones de aluminio y otras industrias relacionadas. Para la población general la principal vía de exposición es la oral (alimentos y medicamentos).