La inflación de este año podría superar el 30%, ubicándose por arriba del 27% prevista por el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que basaron sus cálculos en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. La próxima ronda de aumentos salariales por la reapertura de paritarias, el traslado de la devaluación a los precios y nuevos ajustes en los combustibles y las tarifas empujaron al alza las proyecciones del sector privado, aunque los analistas advierten que la recesión y las tasas altas de interés en pesos podrían servir como dique de contención del proceso.
En diálogo con BAE Negocios, el consultor Salvador Di Stefano apuntó que “los precios probablemente aumenten 37%” y el dólar cierre fin de año a $28, lo que implicará una suba del tipo de cambio del 50%. Esto no implicará que se caiga el acuerdo con el FMI que establece un límite inflacionario del 32% ya que “se puede pedir un waiver y lo más importante es cumplir con la meta fiscal, que es muy liviana”.
Di Stefano enumeró la corrección en combustibles y tarifas tras el salto de la divisa para seguir recortando subsidios y el “efecto dominó” que tiene sobre la economía, las subas salariales luego de las paritarias “que se trasladan a precios porque no va a haber aumento en la producción” que permita compensar los mayores costos en energía y sueldos, y la “carrera” que juega el billete verde con el valor de los productos, que varían con la cotización de la moneda norteamericana.
Federico Furiase, del Estudio Eco/Go, plantea que la inflación llegará al 30,5% interanual en diciembre, “lo cual es consistente con una estabilización del mercado cambiario, con el dólar a $29,30 a fin de año”.
“El traslado a precios va a ser más moderado que en 2014 y 2016 porque estás en un contexto recesivo y la tasa en pesos al 40%. Entonces las empresas van a tener menos margen y habrá incentivos para desarmar inventarios, priorizando su participación en un mercado debilitado por la caída en el poder adquisitivo y el mayor costo en la cadena de crédito”, abundó el economista.
Para Furiase, los salarios se moverán en torno al 24-25 por ciento, quedando unos cinco puntos por debajo de lo que subirán los precios.
En tanto, la consultora LCG aseguró en un informe que “esperamos una inflación del 29%”, teniendo en cuenta que “los aumentos de primer y segundo orden post devaluación y una posible reapertura de paritarias agregarán más presión a los precios”. “Asumimos que no se suspenderán los aumentos que, hacia finales de año, implica la reducción gradual de los subsidios. Sin embargo, el efecto recesivo que esperamos para los próximos meses jugaría a favor de que la inflación no se despegue demasiado”, señalaron en el reporte.
Por su parte, el diputado del Frente Renovador Marco Lavagna vaticinó que la suba de precios “se ubicará en torno al 35 por ciento”.
En ese sentido, Di Stefano plantea que por el precio de los bonos, el mercado pronostica una inflación del 37%: la TIR de los títulos con tasa Badlar es del 45% anual y la de los que ajustan por CER, del 8%.
El analista añade el factor de la sequía y su impacto en la cosecha de soja y maíz, por el que el contexto es mucho más recesivo en comparación al 2014 ó 2016. Esto a su vez generó una crisis en el sector del ganado vacuno, que no tiene como alimentar a los animales, por lo que se aceleró la liquidación y así se contuvo el precio de la carne que funciona como un “techo” para el índice del consumidor: según el IPC porteño de mayo, subió 1,4% contra un 3,2% que se encarecieron los alimentos y bebidas en general.
Luego, la moderación en los precios de la carnes rojas -que tiene una fuerte incidencia en el indicador- por la mayor oferta repercute en la totalidad del mercado, afectando también a las de origen porcino y aviar.
“Esto por ahora te tira abajo el índice de precios, pero va a aumentar de manera importante a fin de año porque el productor ya no va a estar apurado a vender”, adelantó el experto en producción agropecuaria.