Un informe que refleja, entre otras cifras, que la precariedad de las viviendas afecta al 25% de los niños, mientras que la situación de hacinamiento alcanza al 22,5 por ciento. Preocupantes datos sobre mala alimentación y salud.
La mitad de los niños y adolescentes vive en lugares nocivos para su salud por la contaminación ambiental a la que quedan expuestos. Dos de cada diez no fue al médico durante 2017. La mitad de los niños de la Argentina, en su mayoría pertenecientes a los sectores más castigados de la sociedad, se atiende en el sistema público de salud. La falta de libros infantiles en los hogares afecta casi a cuatro de cada diez niños de hasta 12 años.
Detrás de cada número se esconden historias de vida. Las estadísticas que reúne la reciente investigación (In)equidades en el ejercicio de los derechos de niñas y niños que lleva adelante el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la Universidad Católica Argentina (UCA), recorre variables bien diversas para analizar la situación de los niños en la Argentina y refleja cifras y estadísticas que los expertos califican como “preocupantes”.
El trabajo, que será presentado en sociedad hoy a las 18 en la casa de estudios, además de recorrer la variación de los distintos aspectos desde 2010 hasta 2017, revela datos impactantes.
“Las situaciones de inequidad en el espacio del hábitat son muy importantes, hay hacinamiento y altos niveles de precariedad en la vivienda. En este sentido no hay una contraparte o ayuda para mejorar el espacio de vida de los niños”, detalla Ianina Tuñón, miembro del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, y agrega: “Esto tiene especial sensibilidad en los primeros años de vida”.
De acuerdo con la investigación, la precariedad de las viviendas afecta al 25% de los niños, mientras que la situación de hacinamiento alcanza al 22,5 por ciento.
La desigualdad, en este rubro, es muy marcada. “Los chicos y chicas en el estrato trabajador marginal registran el triple de probabilidad de vivir en medio de la contaminación ambiental que pares en el estrato medio profesional. asimismo, el riesgo se eleva al 75.7 por ciento en el espacio de villas y asentamientos de las grandes áreas metropolitanas. Es fácil advertir que se trata e un problema crucial de las infancias en el Conurbano Bonaerense y en otras grandes áreas metropolitanas del interior del país”, afirma el estudio.
Otra de las mediciones que más impactan es la que se enfoca en a la alimentación. Pese a que en los últimos siete años la variable no tuvo grandes variaciones, el dato no deja de ser alarmante. De acuerdo con las encuestas que se realizaron para este trabajo, se estima que entre los niños de hasta 17 años durante 2017 se registró un déficit alimentario del 17,6 por ciento.
En tanto, el 8,5% de ellos fue víctima de lo que el trabajo denomina “inseguridad alimentaria severa”, es decir, niños que expresaron haber padecido hambre por falta de comida.
Los números reflejan, además, las inequidades de acuerdo al lugar donde viven esos chicos. La llamada “inseguridad alimentaria severa” afecta al 19,6% de los chicos que viven en villas o asentamientos y al 10,1% de los que habitan en el Conurbano bonaerense.
En tanto, según la estadística de 2017, el 33,8% de los infantes se alimenta en comedores, escuelas y otros espacios fuera de sus hogares.
En lo concerniente a la salud, las desigualdades se ven, sobre todo, por cuestiones de edad. “Claramente los niños más pequeños asisten de modo más asiduo a los controles pero ya en la adolescencia esto baja mucho”, apunta Tuñón.
Según la investigación, la mitad de los niños argentinos se atiende en el sistema público de salud.
“Esto hace que pongamos la lupa sobre cuáles son los desafíos del Estado en términos de poder garantizar la atención de todos los niños y los adolescentes. Quizá el déficit más directo lo podemos medir en términos de que dos de cada diez niños en el último año no asistieron a una consulta médica. Y cuatro de cada diez no asistieron a una consulta odontológica entre los 3 y los 17 años”, detalla la experta.
Entre otras cosas, en la investigación también se analizan ejes como derecho a la subsistencia, derechos en los espacios de los procesos de crianza y socialización y derecho a la educación en los que también se puede ver bien marcada la inequidad entre los distintos sectores sociales.
En este sentido, hay números que reflejan un déficit vinculado a la lectura y a los procesos de socialización y crianza de los niños.
Según las cifras de 2017, se registró un déficit del 40,2% en la estimulación a través de la palabra mediante lecturas o narración oral de cuentos.
En tanto, el déficit de libros “afecta al 40.2 por ciento y es más elevado en los niños pequeños”.
“Las brechas de desigualdad se amplían mucho llegando a ser seis veces más regresivas para un niño en el estrato trabajador que en el medio profesional”, detalla la investigación de la UCA.
Fuente: Infobae