Desde la manera de sentirnos internamente, hasta la forma en que nuestro cuerpo nos habla forman parte de los signos para bajar decibeles.
Los tiempos modernos insumen cada vez más exigencias y desafíos laborales, que muchas veces pueden dejar al individuo indefenso ante su propia exigencia laboral ¿Por qué?Porque algo que en un principio le brinda placer y tranquilidad, se transforma nada menos que en una adicción.
¿Cuáles son las señales que permiten que uno es saber lo que en inglés se llama workalcoholics?
Como explica la psicóloga laboral Viviana Imperiale “cuando el trabajo deja de estar relacionado con el disfrute, y pasa a ser un exceso, es una señal fuerte de que algo no estamos haciendo bien. Entonces ya no nos satisface y siempre necesitamos hacer más para obtener la misma satisfacción que antes la obteníamos de otra manera”.
No poder decir que “no”, no saber discriminar qué nos gusta y qué no, o sentir que tenemos que hacer siempre un poco más, porque nunca es suficiente, forma parte de esta locura que puede llevar al camino de la adicción.
Como en todo, los excesos son malos, y en este caso mucho más, ya que “es un exceso que implica sufrimiento”, apunta Imperiale.
–¿Qué se deja de lado?
–Cosas que antes nos satisfacían como juntarnos con los amigos, tener tiempo libre, aprovechar el espacio de ocio creativo que nos permite conectarnos con nosotros mismos más allá del afuera, o compartir con nuestra familia van siendo cercenados en pos de esta adicción. Incluso dejamos de lado el espacio de intimidad para hablar y conectarnos con otras cosas que no sean sólo trabajo, como si no hubiera una línea que separe lo laboral de otros aspectos de la vida.
–¿La tecnología contribuye a estar siempre conectados?
–Sí, pero también tiene que ver con no poder poner los límites como corresponden, y con no tomar precauciones para no ser llamados ni conectados en nuestro tiempo libre o de vacaciones. Hay que ubicar en determinados espacios para que el disfrute pueda seguir estando, sin un corte absoluto.
Pero el adicto al trabajo pasa al “absolutismo”, ya que es imposible pensar en disfrutar de un paseo, de vacaciones o una salida, sin seguir conectados al trabajos. Es como viajar con el cuerpo pero sin la cabeza. Es como toda adicción en donde la cuota sana de disfrute se pierde, y pasa a ser un exceso. Así se producen alteraciones en donde la persona sólo está conectada a lo laboral. Pasa de ser un sujeto a un objeto.
–¿Qué características tiene este tipo de personas?
–Son aquellos que tienen rasgos dependientes de la mirada del otro. Justamente en el trabajo hay una mirada devuelta y sostenida del otro. A medida que el sujeto va haciendo más, se le va pidiendo también más, y para obtener el reconocimiento que antes valía determinada cuota de esfuerzo, tiene que hacerlo con el doble del mismo, para obtener esa misma cuota o sentir ese reconocimiento de la mirada del otro, que hace que el sujeto necesite estar trabajando. La persona adicta no trabaja sólo por el dinero sino por el sentirse potente en lo que hace, que no lo tiene en otras áreas de la vida.