La automedicación responsable es una forma de cuidarnos y ser respetuosos con nuestro cuerpo.
De a poco, el consumo de medicamentos de venta libre se fue naturalizando, casi como algo cotidiano y desmedido, a tal punto que tenemos un blíster de pastillas en nuestra mochila o cartera.
Pero el problema principal es que antes de ir a visitar al médico, preferimos ingerir algo de lo que tenemos a mano y esto puede tener múltiples consecuencias; entre ellas tapar algún tipo de síntoma de mayor complejidad.
Sin ir más lejos, muchas personas no leen el prospecto ni cuentan con el riesgo de que pueden ser alérgicos al remedio o bien que tener alguna contraindicación determinada.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) la polifarmacia (consumo medicamentos en demasía) se ve principalmente en el consumo de antibióticos e inyecciones; junto con la prescripción médica no controlada y la automedicación inapropiada.
Lo remedios más usados son: el ácido acetilsalicílico (la aspirina), el paracetamol y el ibuprofeno.
Si hablamos en números, de acuerdo a un informe publicado por la Confederación Farmacéutica Argentina, el 82% de las personas encuestadas (en Buenos Aires y Córdoba) toman medicamentos de venta libre, pero más de la mitad desconoce los efectos adversos.
En tanto, el 55% desconoce el riesgo de las interacciones con otros medicamentos y el 35% ignora la posibilidad de toxicidad o ineficacia de un medicamento vencido. Otro dato alarmante es que el 54% manifestó que lleva usualmente medicamentos en la cartera, maletín o bolsillos.
Más información que invita a preocuparse se desprende de la encuesta. El 18% de los encuestados consume medicamentos de venta libre en forma diaria.
O sea que un medicamento que es vendido sin prescripción para una dolencia simple, es utilizado para una enfermedad crónica (que requiere seguimiento médico, estudios, etc.), en muchos casos sin asesoramiento profesional.