El virus sincicial respiratorio es uno de los principales causantes de esta enfermedad respiratoria que afecta las vías aéreas inferiores.
La bronquiolitis es una enfermedad estacional. La falta de ventilación de los espacios cerrados y la mayor permanencia en ellos a causa de las bajas temperaturas pueden proveer condiciones ambientales que facilitan su transmisión de persona a persona.
Los infantes de riesgo o la población más vulnerable a esta enfermedad son los bebés prematuros de bajo peso o con ciertas afecciones pulmonares producto de haber recibido ventilación mecánica por largo tiempo, así como niños con cardiopatías congénitas. Esta población tiene un riesgo 4 a 5 veces mayor de hospitalización por infección por VSR respecto de los niños sanos, como también más riesgo de evolución grave y complicaciones .
El virus sincicial respiratorio (VSR) es altamente contagioso, sobrevive horas en superficies no porosas como mesadas, ropa o juguetes, y entre 30 y 60 minutos en la piel.
Formas de transmisión
– Contacto con las secreciones
– Aerolización (nariz-ojos)
– A través del contacto con objetos contaminados.
Para prevenir la bronquiolitis no existe una vacuna, por eso es muy importante reducir la exposición del bebé al virus. Para esto se recomienda:
– Impulsar y mantener la lactancia materna.
– Lavarse las manos.
– Evitar la contaminación ambiental con humo (ya sea humo de cigarrillo u otros).
– Evitar el hacinamiento.
– Concurrir a los controles rutinarios con el médico.
– Cumplir el calendario nacional de vacunación y con las vacunas que determine el pediatra, tanto para el bebé como para quienes conviven con él.
– Solo para los más vulnerables: cumplir con el esquema completo de inmunización pasiva.
La inmunización pasiva está incluida en la “Estrategia Integral de Prevención de Infecciones Respiratorias en prematuros de alto riesgo” del Ministerio de Salud de la Nación, y también está recomendada en niños con cardiopatías congénitas con inestabilidad hemodinámica significativa, según las recomendaciones consensuadas con las sociedades científicas.
La inmunidad persiste por un período acotado de tiempo, por lo que es fundamental la aplicación mensual de las dosis para mantener los niveles adecuados de anticuerpos durante la época de mayor circulación viral. La inmunización pasiva debe acompañarse además de todas las demás medidas de prevención.
Principales síntomas
– Mucosidad nasal.
– Tos, catarro.
– La respiración se hace más rápida (taquipnea) y aumenta la tos.
– Tiene la respiración ruidosa con silbidos (sibilancias).
– El niño se agita fácilmente.
– Al respirar se le hunden las costillas.
– Tiene dificultad para alimentarse o para conciliar el sueño.
– Tiene la piel azulada o muy pálida.
– Tiene fiebre, con temperatura mayor a 38°C.
– Cuánto más pequeño es el niño, más importantes pueden ser los síntomas.
Ante la aparición de los primeros síntomas, como dificultad respiratoria, agitación, dificultad para comer o dormir, es fundamental consultar con el médico.
Fuente: respiratoriasbebe.org.ar