Si bien no es una palabra nueva, la asexualidad sigue siendo tabú en las relaciones de pareja. Expertos aseguran que no es una enfermedad.
Por Monika Kophal (DPA)
Para mucha gente el sexo es parte fundamental de la vida, pero no para todos. Los “asexuales” no suelen sentir ganas de ser estimulados, por no hablar de tener orgasmos. Pero para ellos esa falta de deseo no es en absoluto un problema.
Para Carmilla DeWinter todo empezó a fines de los 90’, cuando veía que sus amigas soñaban con besar a Robbie Williams o a grandes actores, mientras que ella no sentía ni la más mínima atracción por nadie, ni por grandes estrellas, ni por jóvenes de la escuela.
Hoy DeWinter tiene 39 años y reflexiona mucho sobre esa falta de deseo. “Al principio pensaba que todos los que tienen relaciones sexuales estaban locos”, recuerda.
Pero en algún momento le asaltó la duda. Primero se preguntó si realmente sería heterosexual y si no sería un tema de género, y luego comenzó a observarse a sí misma en busca de fallas u errores. “Pensaba que tal vez no tenía contactos sexuales porque era demasiado rellenita o demasiado tímida”.
Pero cuando había pasado los 20 años se topó con un artículo que hablaba de la “asexualidad”. “Me sentí identificada con esa descripción”, asegura.
Pasaron otros cinco años y decidió asumir que era asexual. Comenzó a leer más sobre ese fenómeno, a reunirse con otra gente que sentía lo mismo y a participar en foros sobre el tema, y finalmente en 2012 fundó la asociación Activista A, que se dedica a difundir y explicar el tema.
El concepto de la asexualidad comenzó a circular por primera vez en Internet hacia fines de los 90’. El sexólogo Christoph Ahlers, de Berlín, asegura que no se trata de una enfermedad.
“Los asexuales no sufren por no tener deseos sexuales”, explica. Lo único que hacen es rechazar la estimulación sexual con otros, si bien no necesariamente renuncian a la excitación sexual consigo mismos o a la sexualidad en general.
El deseo, continúa el experto, es solo una de las tres funciones de la sexualidad. “Además de la excitación, la sexualidad puede significar comunicación y procreación”, apunta Ahlers.
¿Qué implica esto? Que tal vez una persona asexual no sienta deseo de estimularse sexualmente con otra persona, pero sí quiera tener hijos.
Además, muchas personas asexuales igualmente sienten la necesidad de tener cierta intimidad y contacto corporal, de piel, con otro, que es el aspecto comunicativo de la sexualidad.
Vivian Jückstock, sexóloga en el Instituto de Investigación de Sexo y Psiquiatría Forense de Hamburgo, asegura que la asexualidad no es nada anormal.