La aprobación de una nueva ley que cambia el sistema de donación de órganos obliga a los ciudadanos a expresar su decisión a favor o en contra de esta acción altruista. ¿Cómo hacerlo?
En la Argentina se mueren entre seis y siete personas por día porque no les llega un órgano a tiempo”, explica Ezequiel Lo Cane, emocionado por la sanción por unanimidad de la ley que llevó el nombre de su hija como bandera, Justina, la chica de 12 años que murió en 2017 a la espera de untrasplante.
A partir de que el Ejecutivo reglamente la Ley de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, ya no será necesario consultar a un familiar para confirmar o rechazar la decisión de la persona fallecida, como se hacía hasta ahora. Es decir, que si la persona no dejó expresada su negativa para donar en el registro del Incucai, ésta será considerada donante. “Cada uno es dueño de su propio cuerpo. Mientras estamos con vida, podemos decidir. Y si no queremos donar, también podemos expresarlo en vida”, argumenta el papá de Justina.
La nueva norma está basada en tres pilares: desmitificar, simplificar y liberar a las familias de tomar una decisión en el momento trágico de la muerte de un ser querido.
El debate gira en torno a si conviene o no tener un “consentimiento explícito”, como fue aprobado recientemente en la Argentina gracias a la “ley Justina”. Mientras algunos especialistas son escépticos respecto a su inclusión, otros argumentan que es una herramienta válida y efectiva para aumentar la cantidad de donaciones.
En Uruguay, desde 2013, utilizan una ley muy similar a la nueva normativa argentina. “Nuestra entrevista con la familia no es de consulta sino de notificación”, explica la doctora Milka Bengochea, directora del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos (INDT). A partir de este cambio, lograron bajar la tasa de oposición familiar de 13% a 1% y aumentar considerablemente el número de donantes por millón de habitantes. Actualmente, el país vecino es líder en cantidad de donantes cadavéricos en la región latinoamericana con 20 donantes por millón de habitantes. La media latinoamericana es de siete donantes por millón de habitantes.
En 2010, Chile incorporó a su normativa la figura del donante presunto junto a un registro de “no donantes”. A raíz de este cambio, el número de las donaciones de órganos y trasplantes disminuyeron drásticamente (de enero de 2010 a julio de 2012, unos 2.780.223 chilenos optaron por ser no donantes al renovar los documentos de identidad o de conducir). Por esa razón, en 2013, decidieron sumar el modelo “condicionado”, como el que tiene Singapur desde 1986 e Israel desde 2010. Así introdujeron el principio de reciprocidad por el que la voluntad de donar se convierte en un requisito para ser receptor de un órgano. Desde este cambio, lograron revertir las cifras y las donaciones crecieron considerablemente.
Desde 1979, España -líder mundial en cantidad de donaciones y trasplantes-, cuenta con un modelo basado en el consentimiento presunto. La diferencia con el proyecto aprobado en la Argentina es que no cuenta con un registro para los “no donantes”. A pesar de que formalmente no se necesita la autorización de los familiares para utilizar sus órganos tras su muerte, si se oponen a la donación, la misma no se ejecuta. “Tenemos un consentimiento presunto, pero no lo aplicamos”, explica el doctor Martí Manyalich, Presidente de la Fundación DTI (Donation & Transplantation Institute). Los españoles ponen el acento en capacitar a los coordinadores de trasplantes que son los encargados de realizar las entrevistas familiares en los hospitales. De acuerdo a su experiencia, Manyalich asegura que si el coordinador está capacitado para realizar la entrevista, lo más probable es que la familia decida ser solidaria y dar vida. España solo cuenta con un 12% de oposición familiar.
En Europa, Croacia es el segundo país en número de donaciones, por detrás de España, con un sistema exactamente igual. Bélgica, República Checa, Hungría, Luxemburgo, Polonia y Suiza también tienen un modelo basado en el consentimiento presunto. Al igual que Francia, solo que la ley francesa prevé que quien no quiera ser donante pueda hacerlo constar en un registro nacional, como sucederá en la Argentina.
Un ejemplo diferente y para nada efectivo es el de Alemania, uno de los países con las tasas más bajas de donaciones de órganos y tejidos. La persona debe haber expresado su voluntad en vida y esta debe haber sido comunicada escrita u oralmente. El consentimiento del difunto o su familia es un requisito legal esencial para la extracción de órganos y tejidos.