Nicolás Isasi
“Hotel Transylvania 3” es una película orientada exclusivamente al público infantil, por los chistes de humor físico entre los personajes a modo de slapstick (golpe y porrazo), un efecto clásico que viene utilizándose desde los primeros dibujos animados, sumado a un sinnúmero de canciones.
Recordado por “El laboratorio de Dexter” (observar al nieto de Drácula, pelirrojo como Dexter) o “Samurai Jack”, ambas series animadas de la televisión estadounidense, el talento del director ruso Genndy Tartakovsky es visible. Al igual que en las películas anteriores, también dirigidas por él, los detalles de los personajes, los grandiosos fondos y las escenas cómicas son parte de su sello.
La historia comienza con la hija de Drácula que decide organizar unas vacaciones en crucero para que su querido padre pueda relajarse un poco de la vida hotelera. El viaje los llevará desde el Triángulo de las Bermudas hasta la Atlántida y la capitana de este crucero (miembro de la familia Van Helsing) se enamorará de Drácula a la vez que deberá matarlo para cumplir con la tradición familiar inconclusa por varias generaciones. Pero el guion de esta película tiene una línea argumental tan débil que termina de hundirse con la aparición de la canción “Macarena” como resolución de un conflicto central.
Las mejores escenas se encuentran al comienzo: la primera de ellas sucede en un tren antiguo en medio del bosque. Allí aparece el típico pero efectivo juego del gato y el ratón, con el viejo Van Helsing a la cabeza. La otra escena, una de las mejores de toda la película, tiene lugar en el avión de la línea aérea monstruosa Aero Gremlin conducida, a modo de homenaje, por un grupo de gremlins desquiciados. Quizás los más chicos vean unos pequeños animalitos revoltosos (eso es porque nunca vieron a los verdaderos gremlins, de la película homónima creada en 1984).
El avión destartalado en el que viajan, que va despedazándose a medida que avanza, es un gran acierto por lo elocuente de los episodios cómicos que allí suceden. El mayor problema es que en una inexplicable decisión, esa escena fue traducida al castellano argentino obviando el resto de la película por completo, que fue doblada en castellano latino. No es que las voces estén mal hechas ni mucho menos, porque tenemos grandes actores de doblaje en el país. El tema es la incompatibilidad de las dos formas de español juntas que hace perder verosimilitud.
Algo similar había sucedido con la anterior película de “Los Increíbles”, donde uno de los personajes decía con acento porteño algo así como “che, agarrá por Callao” y en ningún lugar de la película se veía la Ciudad de Buenos Aires. En definitiva, para aquellos que les pueda molestar esta cuestión, existe la versión original con las voces de Adam Sandler y Selena Gómez en inglés, subtitulada al castellano.
Los monstruosos personajes son encantadores, divertidos e interesantes, aunque ya hayan revelado todo lo que tenían para ofrecer, en la uno, la dos y ahora la tres. Es claro que con más de 44 millones de dólares en su primer fin de semana, Drácula sigue demostrando que está más vivo que nunca y al parecer sin intenciones de cerrar el hotel.