El director de la película “Street fighter: la última batalla”, rodada en 1994, contó ahora cómo el actor complicó el rodaje. Polémica.
A estas alturas de la sobreinformación uno ya no sabe si algo es cierto o no. Si se trata de una acción de marketing destinada a inflar un poco las taquillas del cine o si es una confesión valiente de un peón de la industria cinematográfica.
Muy bien retratan los hermanos Coen el hipócrita, supérfluo e inconsistente universo del mainsteam en su película “Ave César” (que te recomendamos ampliamente).
Eso sí: las mismas figuras que ironizan sobre las estrellas de Hollywood en ese filme podrían a la vez ser protagonistas reales de esas situaciones. ¿Por qué no?
Hollywood es un mundo solitario, competitivo a niveles casi estrafalarios, el paroxismo del consumo cultural más primitivo y la máquina de hacer versos sobre el deber ser y lo políticamente correcto más descomunal.
En ese entorno llega esta noticia que tiene al director Steven de Souza y a Jean-Claude Van Damme como protagonistas.
El contexto de la denuncia que hizo el realizador es el rodaje de la película “Street Fighter: La última batalla”, que tuvo lugar hace más de 20 años (en 1994).
El filme era la adaptación del videojuego Street Fighter II y la estrella protagónica era el propio Van Damme. Lejos de ser un exitazo, el filme resultó un desastre en su encuentro con las pantallas y los fanáticos.
Hasta acá ninguna novedad, más que la pérdida de los millones de los estudios, pero resulta que por estos días el director de la película le dio una entrevista al diario The Guardian donde contó detalles que no dejan bien parado al astro de Hollywood.
Según de Souza en esta nota al medio británico el fracaso y desastre en que derivó el filme tiene como epicentro la feroz adicción de Van Damme a la cocaína. “No podía hablar de ello en aquel momento, pero ahora s´ipuedo decirlo claro: a Van Damme se le fue la cabeza completamente durante el rodaje de Street Fighter”, asegura De Souza.
Según el realizador, el actor se despachaba con unos 10 gramos de cocaína por día (una barbaridad de droga para el organismo) y los efectos de este exceso eran cancelaciones y retrasos permanente del rodaje.
Encima acotó que Van Damme era tan ególatra y estaba siempre tan drogado que todos los que el set se había vuelto un infierno.