Muchos apenas pueden ocultar su emoción mientras se preparan para la llegada del papa Francisco a Irlanda. Y es que el sumo pontífice viajará el próximo sábado a esa tierra para participar de dos días de visita que buscan atraer a los jóvenes que han abandonado a la iglesia católica después de décadas de escándalo.
Francisco rezará en el santuario de Knock, al oeste de la isla, como parte de la primera visita de un Papa en casi 40 años.
La religión está profundamente arraigada en la campiña irlandesa: las grutas con estatuas de la Virgen María junto a las rutas son una característica de casi todas las ciudades y pueblos. La mayoría fueron erigidas en 1954, cuando el Vaticano exigía un año mariano de celebración y devoción.
El papa Francisco será el segundo sumo pontífice en visitar Knock después de que Juan Pablo II diera misa a una multitud de alrededor de 450.000 personas en 1979.
Según el último censo realizado en 2016, la proporción de católicos cayó al 78 por ciento de un máximo que supo ser del 95 por ciento en 1961. Muchos de feligreses ya no practican, y esto se refleja en la disminución de la asistencia masiva a misa y en el hecho de que solo la mitad de todos los matrimonios fueron con ceremonias católicas, en comparación con más del 90 por ciento hace 20 años.
Irlanda se convirtió en el primer país en adoptar el matrimonio entre personas del mismo sexo por votación popular en un referéndum abrumador de 2015, y este año, un 66,4% de la sociedad se mostró partidaria de derogar la octava enmienda de la Constitución irlandesa que prohibía la interrupción voluntaria del embarazo.