En España y Portugal hay alerta y las máximas pueden sobrepasar todos los récords. También advierten por los efectos del polvo desértico. En el este del continente, colapsaron los servicios eléctricos por el uso masivo de ventiladores y equipos de aire acondicionado.
Europa vive, con el primer fin de semana de agosto, el pico turístico de las vacaciones de verano. Y también la continuidad de una ola de calor extremo que promete agravarse con la llegada de otra masa de aire proveniente del desierto de Sahara: las temperaturas podrían llegar hasta los 47 grados en los próximos días, principalmente en la península ibérica.
Las autoridades de Portugal emitieron una alerta nacional de salud por el calor y también por el polvo del Sahara. España, en tanto, lanzó advertencias para 40 de sus 50 provincias. Se esperan máximas cercanas a los 47°C en Evora, Portugal, y la provincia española de Badajoz.
“Este tipo de temperaturas no sólo son excepcionales para los habitantes de esas zonas, sino que las personas del Reino Unido (de vacaciones en esos sitios) nunca las habían experimentado hasta este momento” dijo Luke Miall, de la Oficina Meteorológica del Reino Unido.
“Sobre todo porque son las vacaciones escolares, y los más pequeños son susceptibles al golpe de calor, aconsejamos a los turistas que se mantengan alejados del sol del mediodía y se protejan”, recomendó en declaraciones al diario The Guardian.
El calor extremo, incluso, modificó récords geográficos: en Suecia, el punto más alto del país (el glaciar en el monte Kebnekaise, a 2.111 metros de altura) dejó de serlo porque se está derritiendo.
La geógrafa Gunhild Rosqvist, de la Universidad de Estocolmo, dijo que el glaciar perdió cuatro metros de nieve en julio, cuando Suecia padeció temperaturas récord e incendios forestales incluso dentro del Círculo Polar Ártico.
En el este de Europa, la temperatura llegó a 34°C en Polonia. Las distribuidoras eléctricas entraron en emergencia debido al uso generalizado de ventiladores y equipos de aire acondicionado.
Las autoridades en Varsovia instalaron dispositivos que suministran agua fresca en las calles y aconsejaron a la gente no salir de sus casas. Decenas de playas en el Báltico colocaron carteles de “prohibido nadar” debido a los riesgos que supone la masiva aparición de algas.
Los agricultores en todo el continente sufren los efectos de la sequía, y la Unión Europea aceleró los envíos de partidas de ayuda. Al menos ocho de los 28 países miembros de la UE pidieron flexibilizar las normas ambientales y de diversificación de cultivos debido a las temperaturas extremas.