Son dos personas de perfiles diferentes pero el delito los condujo a un mismo recinto, un pabellón de la cárcel de Ezeiza. Pity Álvarez y Jorge Mangeri, autores de dos crímenes bien distintos aunque igual de mediáticos, comparten momentos de ocio a la sombra.
“Lo maté porque era él o yo”, dijo Cristian Álvarez a las cámaras de tevé cuando se entregó a la policía, por el crimen de un conocido a mediados de julio. “Yo disparé, sino me iba a matar él: cualquiera en mi barrio haría lo mismo”, insistió el ex líder de “Viejas Locas”, quien no se mostró tan locuaz ante el juez.
Cuando fue trasladado a Ezeiza, lo llevaron a un pabellón psiquiátrico donde “se le brindará alojamiento preventivo para su completo estudio psicológico y psquiátrico”, según el pedido del magistrado.
Pero el rockero ahora parece está más lucido que cuando entró y lee muchos libros, según trascendió. Se supo que está de buen humor y bajo los efectos de las medicaciones. Además, trascendió que ya no está monitoreado las 24 horas y que no presenta ninguna alteración psicológica.
Su abogado, tras su detención, había dicho que su estado de salud era delicado por la abstinencia a las drogas.
En la unidad llamada Intervención para la Reducción de Índices de Corruptibilidad (IRIC) de Ezeiza, Pity se encontró con uno de los internos más tristemente famosos: Jorge Mangeri, condenado por haber matado a la adolescente Ángeles Rawson el 10 de junio de 2013, en el barrio porteño de Palermo, luego de haber intentado violarla.
Ayer en el programa “Involucrados”, que se emite por América y que conduce Mariano Iúdica, informaron que Pity y Mangeri “son amigos”, que comparten las tardes tomando mate y hasta almuerzan juntos. De Álvarez también dijeron que está de buen humor aunque “le cuesta relacionarse” con la mayoría de los otros presos.