Los resultados de un estudio argentino a dos años darían una nueva buena excusa para cebar otro más: cuatro investigadoras observaron que a mayor consumo, menor es la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2, que es la forma de la enfermedad asociada con la obesidad y el sedentarismo y afecta al 10% de los argentinos.
Luego de los 26 meses que duró el estudio, que incluyó a 2615 adultos, de entre 35 y 74 años, el equipo determinó que quienes tomaban poco más de medio litro (550 ml) de mate por día tenían menos riesgo de ser diabético que los que no superaban los 100 ml diarios o directamente no tomaban mate.
Ese resultado se mantuvo aun tras considerar otros factores de riesgo de desarrollar diabetes que podían influir en los resultados, como la edad, el sexo, el uso de azúcar al cebar por lo menos uno de cada dos mates, los antecedentes familiares de la enfermedad, el índice de masa corporal y la obesidad abdominal, el sedentarismo, el consumo de alcohol y el tabaquismo.
Ningún participante era diabético al inicio del estudio. Todos respondieron cuestionarios sobre los hábitos alimentarios, incluido el consumo de mate y otras infusiones, y en todos los casos se hizo un análisis de sangre al inicio y al final de período que duró el seguimiento, de acuerdo con los detalles del estudio que dirigió Natalia Elorriaga, investigadora del Conicet y el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para América del Sur (Cescas), que funciona en el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
El 73% de los participantes tomaba mate todos los días, mientras que menos del 15% prefería el mate cocido y lo consumía a diario.
“Es un resultado alentador”, opinó Elorriaga sobre el camino que abre a nuevas hipótesis para seguir indagando los efectos de esta infusión en la salud.
Pero, como se desprende del diseño del estudio, se trata de un estudio observacional, es decir, que no prueba que exista una relación directa entre la infusión y la aparición o no de la enfermedad.
“Para que se demuestre que tomar mate es la causa de la reducción de la incidencia de diabetes -precisó Elorriaga-, se requiere otro tipo de estudios, como un ensayo clínico: en el que puede estudiarse si la enfermedad aparece o no en dos grupos: uno al que se le indica tomar cierta cantidad mate y otro que se le indica no hacerlo o consumir otra bebida.”
Algunos estudios ya publicados habían sugerido que ciertas moléculas antioxidantes (polifenoles) de la yerba mate tendrían la capacidad de hacer que los tejidos se vuelvan más sensibles a la insulina, que es la hormona que el páncreas produce para regular la cantidad de azúcar (glucosa) en la sangre. O, también, que el hígado “fabrique” menos glucosa. Uno de esos polifenoles antioxidantes, el ácido clorogénico, también se encuentra en el café y hay estudios publicados que, junto con la cafeína, también los asocian con una disminución de la aparición de la diabetes tipo 2.
Pero, como aclaró Elorriaga, son apenas líneas de estudio sobre las que se está empezando a andar. “Todo apunta a que lo que encontramos (en el estudio) es muy consistente”, agregó sobre los datos que “en el futuro” podrían servir para una recomendación asociada con la salud. “Los estudios aún no son suficientes como para indicar un consumo más allá del moderado, un cambio de conducta alimentaria o que se recomiende el consumo de mate en pacientes con prediabetes con la finalidad de prevenirla, por ejemplo”, dijo.
En el estudio también participaron las investigadoras Vilma Irazola, cardióloga y directora del Departamento de Investigación en Enfermedades Crónicas del IECS; Rosana Poggio, cardióloga y magister en efectividad clínica, y Laura Gutiérrez, licenciada en estadística.
El estudio lo financió el Conicet a través de un proyecto de investigación orientado que comparte con el Instituto Nacional de Yerba Mate. Este instituto coorganiza esta semana con la Universidad Juan Agustín Maza las “V Jornadas de Yerba Mate y Salud”, en Mendoza, donde pasado mañana se presentarán los resultados.