Destacaron que el organismo de los menores de 18 años no está lo suficientemente desarrollado como para metabolizar el alcohol.
En nuestro país, el consumo de alcohol en niños y adolescentes ha ido en aumento: 7 de cada 10 alumnos de nivel medio han tomado alguna vez en la vida y casi 6 de cada 10 (57,8%) de los mayores de 15 años lo han hecho en el último mes. Por este motivo, desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) se pronunciaron sobre este problema, recomendando que los menores de 18 años no consuman alcohol.
“La enzima que metaboliza el alcohol en el hígado funciona correctamente recién entre los 18 y los 20 años, por lo que las borracheras en los adolescentes son más agudas y más dañinas para sus neuronas”, explicó la Dra. Graciela Morales, médica pediatra y secretaria del Grupo de Trabajo de Adicciones de la SAP.
En la situación actual de nuestro país, en la que la ingesta de bebidas alcohólicas comienza a temprana edad, los padres suelen encontrarse sin respuestas cuando sus hijos se inician en las salidas nocturnas y se exponen al consumo. Por eso, desde la SAP desarrollaron cinco consejos para promover que los chicos crezcan saludablemente, sin que la bebida sea un problema:
– Inculcarle valores desde niño. Por lo general, los padres se preocupan por el alcohol cuando sus hijos entran en la adolescencia, pero la realidad es que diversas actitudes, como la tolerancia a la frustración, el cuidado de las pertenencias y el aprender a compartir son algunas de las cualidades que contribuyen a una juventud saludable. Éstas deben trabajarse desde el nacimiento como parte de una crianza sana, que desembocará en conductas positivas a lo largo de las diversas etapas de la vida.
Al respecto, la Dra. Morales destacó que “en el consultorio, a muchos niños no les gusta que los revisen, entonces lloran; esto es totalmente normal. Los padres, en ocasiones, con la mejor intención, les dan el celular para que no se angustien. Yo les digo que no lo hagan: el niño debe poder expresar lo que no le gusta, es natural. Con el tiempo, aprenderá que es necesario y lo tolerará”.
– Ocupar el rol de adulto responsable. Para que los hijos reconozcan en sus padres un ejemplo a seguir, éstos deben ser medidos en sus acciones. Tomando el caso del alcohol, si bien perfectamente pueden beber en moderada cantidad en una reunión social o con la comida, deben transmitir que éste es un consumo controlado y espaciado. Esto se reproduce en otros ámbitos en los que el adulto funciona como un ejemplo.
– Proponer una relación asimétrica. Los padres no deben intentar ser “amigos” de sus hijos, sino que son quienes deben marcar límites y poner un freno ante actitudes contraproducentes de los adolescentes. Muchos manifiestan que prefieren que sus hijos beban en su casa para que estén contenidos e inclusive les compran el alcohol.
“Si los progenitores están de acuerdo con el consumo, se subvierten los roles y el chico se confunde. Es probable que, a pesar de la negativa, el adolescente consuma igual, pero lo hará sabiendo que está desobedeciendo a sus padres”, comentó la Lic. Adriana Narváez, Psicóloga y Miembro del Grupo de Trabajo en Adicciones de la SAP.
– Generar un vínculo en el que haya diálogo. En relación con el punto anterior, el padre no debe ser ni muy autoritario ni permitir cualquier conducta. Se debe buscar lograr una relación en la que el chico le pueda transmitir sus sentimientos, miedos e inseguridades y en la que los papás le puedan hacer entender que se preocupan por su salud y su bienestar.
– Fomentar su seguridad y madurez. Es importante aceptarlos como son, valorar sus avances y darles responsabilidades para que puedan tomar su propio camino y desarrollarse.
“Los grandes temas a los que los padres les deben prestar atención son los consumos abusivos, la violencia y las relaciones sexuales de riesgo. Todos estos pueden ser abordados a partir del diálogo y con una crianza presente y sana por parte de los cuidadores”, detalló la Dra. Morales, quien además es especialista en Adolescencia.
La experimentación es característica de la adolescencia, por lo que éste no es el principal obstáculo, sino que debe ponerse el foco en la normalización del consumo. “Hoy, la cultura los impele al exceso, y los fines de semana muchos toman hasta el coma alcohólico, con los riesgos de salud que esto implica. Además, pueden ser víctimas de accidentes de tránsito”, subrayó la Lic. Narváez, quien también es especialista en adolescencia y adicciones.
El modelo islandés
En Islandia, realizaron un abordaje multifacético ante el problema del consumo de alcohol en jóvenes con resultados sorprendentes: En 1998, el 47% de los adolescentes había probado la bebida, mientras que hoy lo ha hecho menos del 5%.
Durante una década, estudiaron los hábitos de consumo de los chicos y encontraron tres elementos sobre los cuales trabajar para reducir la ingesta: retrasar la edad de consumo, idealmente hasta los 18 años; que los jóvenes pasen al menos una hora con su familia y que realicen al menos una actividad extracurricular.
“Para lograr esas tres metas, tomaron diversas medidas, algunas poco populares. Si bien el contexto argentino actual no es el mismo que el de Islandia cuando comenzó el modelo, siempre es interesante conocer casos de éxito para analizar qué se puede replicar en nuestro país”, expresó la Dra. Morales.
Para lograr el primer cometido, la edad legal para comprar bebidas alcohólicas pasó de 18 a 20 y se endurecieron los controles. Por otra parte, se prohibió que los menores de 12 años caminaran solos por la calle después de las 20 horas y que los chicos de entre 13 y 16 años lo hicieran pasadas las 22. Con esto se buscó que pasen más tiempo con sus padres. Por último, desde el Estado becaron y promovieron las actividades extracurriculares para que más niños se inscribieran.
Fuente: Consenso Salud