Se impuso 2-0 en el Florencio Sola. Por primera vez, el Halcón se metió entre los mejores ocho equipos del torneo continental.
El Halcón le ganó a Banfield 2-0, lo eliminó de la Sudamericana y se plantó en los cuartos de final. Hay más: en la canción final acontece una osadía de las grandes. Dicen todos juntos: “Que de la mano de Beccacece / todos la vuelta vamos a dar”. Y ahí van, marchando de regreso. Mojados y felices.
Hubo un condicionante central: esa molesta lluvia, finita, pertinaz. En función de ella se jugó el partido. Velocidad para el campo de juego, dificultad para el deseo de precisión de los mediocampistas. Invitación también a las infracciones innecesarias.
Corresponde decirlo, con el contexto climático al margen: Defensa y Justicia se anima a jugar en casi todas las canchas como si estuviera bajo el cielo de Florencio Varela y sobre el césped del Tomaghello. Sin inhibiciones, con extremos que sin más wines que mediocampistas en retrocesos, con volantes que llegan, con laterales que se muestran como opción de pase.
El 0-0 de la ida tuvo carácter inocuo: los dos equipos le ofrecieron al partido forma de final sin margen de especulaciones. Y así se generó un partido intenso. Nada de brillos ni de magias, claro. Pero de ida y vuelta. Con vértigos propuestos. Incluso con llegadas a fondo. No muchas como para encantar pero suficientes como para demostrar que en el campo de juego había dos buenos arqueros: Arboleda y Unsain.
El arquero colombiano resultó decisivo en un mano a mano frente a Togni que tenía sensación de gol y de definición de la serie. El ex Newell’s exhibió sus reflejos ante un remate desde afuera de Luciano Gómez y un cabezazo de Kalinski.
Fue más audaz Defensa en ese inicio del segundo. También más profundo. También más claro. Tuvo tres llegadas a fondo y sensación de superioridad en ese tramo. Eso sí, del otro lado estaba ese grandote nacido en Tumaco. De apellido Arboleda.
Cosas del fútbol, impredecible: fue justo Arboleda el equívoco protagonista del gol decisivo. Dudó, se equivocó y Defensa, con el cabezazo de Barboza, comenzó a resolver la serie. Ese gol, ese grito fue lo más parecido a un nocaut. Quedaban apenas retazos de 180 minutos en los que el equipo de Florencio Varela había sido apenas mejor. Lo suficientemente mejor. Incluso con ese grito tardío del pibe Aliseda. Nada menos. Todo eso.