El país lucha aún por recuperarse de la crisis de 2008, agravada por el estallido los precios “inflados” y los desalojos.
Los precios de los alquileres se disparan en las grandes ciudades de la España poscrisis, alimentando temores de una nueva “burbuja” en un país aún traumatizado por el colapso de su sector inmobiliario.
Charlie está sin aire. Este doctorando que rehúsa dar su apellido tuvo que correr desde su universidad en Madrid para visitar un apartamento, tras conocer la víspera que su casero quiere aumentar la habitación que le alquila de 340 a 450 euros mensuales en noviembre, al término del contrato.
Como él, más y más españoles se ven obligados a mudarse, sobre todo en Madrid y Barcelona, cuando sus alquileres se vuelven impagables.
“Personas que han vivido toda la vida en un barrio tienen que irse a barrios cada vez más periféricos para que se amolde a sus ingresos”, denuncia.
Marta Montero, portavoz de una asociación por el derecho a la vivienda en Madrid.
En el segundo trimestre, los alquileres aumentaron un 15,6% interanual en España, según el portal inmobiliario Idealista. Y desde 2010, el incremento ha sido del 35% en Barcelona y el 30% en Madrid.
Más que los sueldos
La subida de los alquileres ocurre cuando España lucha aún por recuperarse de la crisis económica de 2008, agravada en el país por el estallido de una burbuja inmobiliaria que significó el desalojo de miles de familias endeudadas que compraron sus viviendas a crédito.
Símbolo extremo del problema, una empresa causó un escándalo en Barcelona con una oferta de apartamentos “colmena”, habitáculos de unos tres metros cuadrados por 200 euros al mes.
Según Eurostat, el 43% de los inquilinos españoles de alquiler privado dedicaron en 2016 más del 40% de sus ingresos al pago del arrendamiento, por encima del 28% de media en la Unión Europea.
Es el caso de Ruth Mélida. En abril, supo que su apartamento, en el que vive con su marido y dos hijos, aumentaría de 605 a 999 euros mensuales.
Desde que se instaló allí en 2014, la que era una vivienda social fue comprada por un fondo de inversión y decenas de residentes se vieron obligados a partir.
“¿Qué hacemos la gente que no tenemos recursos? ¿Nos vamos a vivir al bosque?”, se pregunta indignada esta mujer de 41 años que devenga un salario de 769 euros.
“Estamos viviendo una burbuja del alquiler”, afirma Marta Montero, para quien los principales responsables son los fondos de inversión que han adquirido de los bancos miles de millones de euros en activos inmobiliarios embargados a familias insolventes.