De acuerdo con los modelos, en el trimestre septiembre-octubre-noviembre del 2018 hay 62% de probabilidades de que se desarrolle una fase Niño.
El área de Investigación y Desarrollo de la Dirección de Agricultura y Contingencias analiza la influencia que podría tener la corriente de El Niño en la temporada agrícola 2018-2019. El trabajo de investigación de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas (DACC) toma como punto de partida el último informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que abarca hasta el 4 de setiembre.
Las condiciones actuales son neutras, pero de acuerdo con los modelos dinámicos y estadísticos, en el trimestre setiembre-octubre-noviembre 2018 hay 62% de probabilidades de que se desarrolle una fase Niño. Esta probabilidad es máxima entre el final de la primavera e inicios del verano.
¿Cómo se produce este fenómeno?
Como indica el informe del SMN, este fenómeno se produce cuando el agua del océano Pacífico ecuatorial eleva su temperatura y se extiende hasta el continente americano. El inicio del Niño se da cuando la temperatura normal se incrementa 0,5 ºC durante cinco meses seguidos. El agua cálida calienta el aire y aumenta la evaporación. La energía agregada a la atmósfera altera la circulación de aire en todo el mundo. Se trata de un fenómeno variable que no tiene un ciclo definido. Se observa en períodos que van de 2 a 7 años, por lo que no siempre su duración y sus efectos se darán de la misma manera y en exactamente las mismas zonas, ni de igual forma en esas zonas.
En nuestra región, la influencia más clara observada se da en la zona húmeda de nuestro país, junto a Uruguay y el sur de Brasil. Esta región tiende a registrar precipitaciones superiores a las normales durante una fase Niño, que es más marcada en el invierno o verano siguiente al inicio del Niño.
Para Mendoza, en 40-50% de los casos de años Niño, las temperaturas medias fueron más elevadas que el promedio histórico, mientras que no existe una señal clara respecto del aumento de precipitaciones. De todas formas, los años Niño nutren a la provincia de Mendoza de fenómenos extremos más intensos en verano, como las lluvias y tormentas graniceras, y generan un ambiente de humedad relativa más elevada que lo normal.
Según el ingeniero Martín Cavagnaro, del área de Investigación y Desarrollo de la DACC, esta temporada está signada por los ya anunciados y comprobados efectos del calentamiento global, sumados a la potencial influencia del fenómeno El Niño, de magnitud moderada. El más reciente de gran magnitud ocurrió en la temporada 2015-2016, durante la cual se produjeron importantes daños por tormentas de granizo y afectaciones en los cultivos de vid, debidas a las excesivas precipitaciones.
El Niño tiene mayor influencia en las regiones centro-este y litoral de Argentina, con excesivas precipitaciones y elevadas temperaturas, pero con frecuencia la humedad relativa y las temperaturas máximas también son elevadas en otras partes del país, como en Cuyo, pudiendo actuar como situación propicia para que se generen lluvias y tormentas graniceras.
Fuente: Agritotal