A la larga, los celulares económicos terminan resultando caros. Es que para abaratar costos, los fabrican con poco espacio de almacenamiento. Y con el correr del tiempo ese espacio termina siendo insuficiente para la cantidad de apps que se bajan, y sobre todo, por sus consecutivas actualizaciones. Así, es común escuchar que los usuarios se quejan porque el móvil “está por explotar”. Borran todos los días la memoria caché, quitan aplicaciones, buscan la manera de transferir fotos y videos a la tarjeta SD. Todo para lograr un cachito más de lugar para que el smartphone funcione bien. Pero así y todo, nada alcanza. Y al año de uso hay que cambiarlo.
Las empresas suelen medir la lealtad de sus clientes con el Net Promoter Score (NPS), lo que les indica el grado de satisfacción que tuvieron los consumidores con un producto a lo largo del tiempo. Y en el rubro de celulares, los peores índices por lejos, son los de la gama baja. “Sobre todo por el poco espacio de almacenamiento que les queda luego de unos pocos meses de uso. El soft evoluciona rápido y el hard en el mismo plazo comienza a quedarse corto, muy rápido”, explicó una fuente de la industria.