Los uruguayos ganaron 2 a 0 e hicieron valer el gol que habían convertido en el partido de ida.
San Lorenzo no pudo. Esta vez no hubo ni milagro ni épica. Hubo derrota. Y eliminación:con el 2-0, Nacional lo dejó afuera en los octavos de final de la Copa Sudamericana. Es un golpe para un equipo que en la Superliga no comenzó del mejor del mejor de los modos (suma siete puntos de 18 posibles) y que ahora deberá apunta a la Copa Argentina (enfrentará a Estudiantes de La Plata en octavos).
San Lorenzo sabía que no iba a ser un cita fácil. No tanto por el 3-1 de la ida que significaba una ventaja relevante pero no definitiva sino, sobre todo, por el escenario y por la impronta del rival. Nacional de Montevideo es un gigante del Río de la Plata, de América y del mundo. Y se sabe que los duendes de su historia suelen aparecer en el Parque Central, esa cancha donde se disputó la jornada inaugural de la Primera Copa del Mundo, en 1930.
Corresponde decirlo: Nacional no es un equipo de magos ni de magias. No le sobra nada. Pero va. Pero cree. Pero busca a pesar de todo. Un detalle del Clausura de Uruguay cuenta que no se trata de un equipo invulnerable: marcha tercero a siete puntos del líder Peñarol, detrás del escolta Wanderers.
Hubo un momento clave en el encuentro. Sucedió a los diez minutos. Ese gol de pecho convertido por el mediocampista Matías Zunino. Centro desde la derecha de Jorge Fucile-lateral con dos Mundiales en su recorrido, arma capaz de sorprender con sus proyecciones-, cabezazo de Gonzalo Bergessio en el segundo palo, rebote en el palo izquierdo de Nicolás Navarro y aparición de Zunino. Uno a cero. Otro partido estaba en marcha.
No brindó mucho más que eso el equipo local en la primera etapa. No pareció un equipo convencido San Lorenzo. Entre los dos, al cabo, construyeron un desarrollo que poco o nada tuvo de encantador. Algunos destellos Gonzalo Castro, la intensidad de Bergessio, las proyecciones de Fucile por un lado; la tenacidad de Reniero, apenas, por el otro.
De todos modos, con ese 0-1 a San Lorenzo le alcanzaba con el resultado de la ida, en el Bajo Flores. Pero como en tantas veces del ciclo del Pampa Biaggio el equipo parece atado con alambre, frecuentemente al amparo del azar (el golazo de Franco Mussis ante Patronato resultó apenas un espasmo épico) o de cuestiones de escritorio (contra Temuco, en el campo de juego, perdió los dos encuentros; pasó la serie por la mala inclusión de Jonathan Requena).
Otro detalle relevante en el desarrollo:a los 36 minutos salió lesionado el capitán Nicolás Blandi, su principal esperanza de gol. Lo reemplazó Alexis Castro, un mediocampista.
Nacional tuvo una ventaja: jamás dejó de creer en que un segundo gol era posible. Ytras esos pasos fue. Con sus limitaciones. Pero sin vueltas. Vertical, intenso, bravo.
En cualquier caso, el gol llegó casi sin elaboración: pelotazo largo, duda de Marcos Senesi y salida a destiempo de Nicolás Navarro. Cosas del fútbol:los dos jugadores más parejos de los tiempos recientes fallaron. Yentonces apareció el futbolista más influyente del encuentro, Bergessio. No dudó, definió. Y después del grito ofreció un mensaje:hizo el gesto de un teléfono con las manos. ¿Se habrá quejado de que no lo llamaron de San Lorenzo? No, dijo que era saludo para un amigo. Iban nueve minutos del segundo tiempo.
Lo que quedó fue un desarrollo cambiante. Con más torpezas que lucidez. Tuvo su rato El Bolso. Pero no lo resolvió. No supo. Careció de precisión. San Lorenzo, incluso con diez (tras la expulsión de Bautista Merlini, quien duró tres minutos en el campo de juego), estuvo en la cornisa del empate. Lo tuvo Reniero. Lo tuvo Alexis Castro. Ya sobre el final. Pero no hubo caso. Esta vez la fortuna se enterró en Montevideo.