Madre e hijo fallecieron luego de que un árbol cayera sobre su casa. La tercer víctima murió cuando conectaba un generador.
El huracán Florence tocó tierra el viernes en Carolina del Norte, con vientos de 145 km/h y una aterradora marejada ciclónica. Cientos de personas atrapadas por la crecida del agua y al menos tres personas han fallecido.
“Los vamos a rescatar”, tuiteó la municipalidad de New Bern a eso de las 2 de la madrugada. “Quizás es mejor que suban al segundo piso de su vivienda o al ático, pero los vamos a rescatar”.
Este viernes cayó un aguacero torrencial por toda la zona que derribó árboles, dañó caminos y dejó sin electricidad a más de medio millón de hogares y negocios.
Una mujer y un bebé fallecieron cuando un árbol cayó sobre una casa, de acuerdo con un tuit de la policía de Wilmington. La oficina del gobernador dijo que una tercera persona murió cuando conectaba un generador.
El mayor peligro de Florence no son sus vientos, sino el agua. El aumento en el nivel del mar más el pronóstico de entre 30 y 100 centímetros de lluvia durante los próximos días podrían generar una inundación catastrófica en cámara lenta.
Para la tarde del viernes, los vientos de Florence se habían debilitado a 120 km/h apenas arriba del umbral que la clasifica como huracán. Pero el meteoro ha perdido velocidad de desplazamiento en su recorrida por las costas de las Carolinas, arrojando agua sobre las comunidades costeras durante horas.
En la localidad de Oriental cayeron 45 centímetros de agua, mientras que la acumulación en Surf City ascendía a 35 centímetros.
Los expertos vaticinaron que la crisis durará mucho tiempo debido a que el huracán está prácticamente estático sobre la frontera entre Carolina del Sur y Carolina del Norte, moviéndose a una velocidad de traslación de apenas 6 kilómetros por hora.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, advirtió que el huracán “está causando estragos” en la costa y que podría incluso borrar del mapa a comunidades enteras debido a que “tarda días en su avance violento sobre nuestro estado”. Calificó el suceso como algo que ocurre una vez cada 1.000 años