Los trabajos exigentes que ofrecen poco control a los empleados están entre los más perjudiciales para la salud mental y física.
Holanda – Para nadie es un secreto que atender mesas es un trabajo duro. Están las horas de trabajo insociables, la paga insignificante, los viajes de regreso a casa destinados a masajear los pies exhaustos, y en casos graves, las insinuaciones indeseadas de clientes borrachos.
Todos sabemos esto y aún así cuando somos clientes que pagan en un restaurante, ¿quién no se ha sentido al menos un poco irritado cuando la mesera trae la bebida equivocada por tercera vez o cuando el mesero parece incapaz de recordar el hecho de que le pediste que no pusiera cilantro bajo ninguna circunstancia?
Bueno, estás a punto de arrepentirte de esos juicios enojados y hambrientos porque parece que los meseros y las meseras merecen más de nuestro respeto del que pensábamos.
Un nuevo estudio encontró que los trabajos exigentes que ofrecen poco control a sus empleados —camarero de gran rapidez para el brunch de fin de semana con un turno partido de 12 horas— están entre los más perjudiciales para la salud física y mental.
¿Ahora quién quiere hacer un comentario pasivo agresivo sobre lo que se puede demorar llevar a la mesa una canasta con pan?
En la investigación, llevada a cabo por científicos de la Southern Medical University en Guangzhou, China, se analizaron datos de más de 138,000 participantes de seis estudios previos sobre la salud relacionada con el trabajo.
Usando esta información, se clasificaron los trabajos en cuatro grandes grupos basados en el control y la exigencia psicológica de la labor. Trabajos de baja exigencia y bajo control como las labores manuales fueron etiquetados como “pasivos”, trabajos de alto control como arquitectos y científicos fueron de “estrés bajo”, y trabajos tanto de alta demanda como de alto control (como profesores y doctores) fueron llamados “activos”.
La categoría llamada de “alto estrés” engloba trabajos que son exigentes, pero con bajos niveles de control. Sí, nuestro viejo amigo del trabajo atendiendo mesas.
Los científicos descubrieron que los meseros y meseras tienen en promedio un riesgo de derrame cerebral 22 por ciento más alto que esos trabajos de bajo estrés. La cifra aumenta al 33 por ciento para las mujeres cuando los datos se clasifican por género.
La investigación reflejó que a pesar de que esos trabajos de altas cargas como arquitectos y científicos podrían ser los candidatos principales para tener presión sanguínea vertiginosa, el estrés relacionado con el trabajo depende en gran parte de si uno tiene o no un trabajo que le permita sentir que tiene control y respeto. Un neurocirujano puede terminar mentalmente exhausto al final del día, pero podemos apostar que son más valorados que la mesera que acaba de ser cubierta en puré de papa por el hijo de un cliente (y sin propina). Por esta razón, no se encontró que esos trabajos de baja exigencia o alto control tengan riesgos incrementados de derrames o problemas cardíacos.
Además de que en repetidas ocasiones el tener que aguantar patrones de turnos perjudiciales se relaciona con una salud pobre, los científicos detrás del estudio notaron que los meseros y meseras también pueden ser impulsados a beber y a fumar; actividades no tan geniales para evitar problemas de salud, o en efecto, problemas de salud mental.
Dingli Xu de la Southern Medical University dijo: “Tener mucho estrés relacionado con el trabajo se ha relacionado con enfermedades cardíacas, pero los estudios sobre el estrés del trabajo y los derrames cerebrales han mostrado resultados inconsistentes. Es posible que trabajos de alto estrés lleven a comportamientos menos saludables, como malos hábitos alimenticios, fumar, y falta de ejercicio”.
Es algo en lo que pensar si alguna vez te encuentras a nada de perder la paciencia con el mesero por olvidar la adición de salsa en tus huevos Benedictinos.
Publicado originalmente en VICE.com