Sobre el asfalto de la avenida Rivadavia, cerca de la puerta de la sede central de Cumbre Mundial de Milagros, el esqueleto de lo que fue una silla sirve para delimitar un espacio que no debe ser ocupado más que por el auto de él.
Hay seguridad, gente que está todo el tiempo custodiando esa porción de aire, mirando por las dudas desde la vereda de otro esqueleto: el edificio del antiguo Cine y Teatro Roca de Almagro. Reconvertido en templo a fines de los años ’80 y comienzos de los ’90, allí funcionó el Ministerio Ondas de Amor y Paz, por el que transitaron miles y miles de personas que iban a escuchar a Héctor Aníbal Giménez (60), más conocido como el Pastor Giménez, el primer telepredicador nacional.
Tan fuerte es la marca de ese nombre y la impronta de lo que significó, que en la actualidad hasta él usa la tercera persona para referirse a sí mismo como “El Pastor Giménez”. Ocurre que, durante aquella explosión de su figura, el líder evangelista encandilaba a todos desde sus programas de televisión y el público quedaba impactado con su ropa colorida, su forma enfática de hablar y sus promesas de una vida mejor.
Con el tiempo el Pastor Giménez se convirtió en un personaje tan popular que firmaba autógrafos, tenía imitadores y vivía rodeado de las celebridades de entonces que acudían a su templo en busca de ayuda espiritual.
Todo cambió cuando aquellas ondas de amor y paz se transformaron en un escandaloso divorcio mediático que protagonizó junto a su ex esposa, la Pastora Irma, a mediados de los ’90, y cuando Giménez quedó involucrado en una causa judicial por estafa junto a su hermano y decidió hacer una probation para evitar ir a juicio oral.
Casi dos décadas después de aquel furor, en su iglesia central se puede ver al mismo hombre, con menos colores pero la misma sonrisa. Un gran afiche con su rostro, con el de su nueva esposa, la Pastora Carla, y el de su pequeña hija Abril da la bienvenida a quienes ingresan.
“Aquello fue una cosa de locos pero siempre guardé mi humildad. Me paraban hasta los taxistas en la calle. Pero nunca cambió mi forma de ser. Yo estaba acá hasta las 12 de la noche. En nuestro boom hacíamos programas de televisión y radio a la madrugada. Las madrugadas de las buenas ondas, se llamaba. Descubrimos que hay una generación de personas que no duerme. Vos el dolor, la culpa o el remordimiento los sufrís todo el día pero mucho más a la madrugada”, afirma a Infobae sobre su éxito de hace dos décadas.
“Teníamos entre 20 y 25 telefonistas recibiendo llamadas de todas partes del país. Así fue que pasamos a ser la iglesia cristiana argentina más grande del país. Llegamos a tener 250 mil miembros, abrimos 120 iglesias. En el momento ese de cumbre mi señora se puso celosa de la iglesia, de la gente. Yo le dedicaba más tiempo a la iglesias y, bueno, se armó todo ese lío“, agrega.
El mito de cómo fue su primer acercamiento a la vida espiritual y a la biblia habla de un pasado de adicciones en la adolescencia y robos para conseguir dinero para la droga. El menor de once hermanos, los relatos sobre la adolescencia de Giménez, que creció en el conurbano bonaerense, están llenos de historias de robos, fugas de la casa familiar, jueces de menores y detenciones.
-¿Se acuerda qué fue lo primero que robó?
-Sí, fue una lapicera Schaefer. Mis padres eran pobres y a esas lapiceras las tenían solamente los hijos de la gente rica. Fue en una librería. Yo soy de San Martín y fui a una librería justo en el tiempo en que se compraban los artículos para el colegio. Ahí, en la librería repleta, en el descuido, fue que hice mi primer robo. A los 15 años caí por primera vez preso. De los 15 a los 18, en tres años, yo viví lo que un hombre normal vive en 30 años. Salí con mujeres de mucha más edad que yo, toda clase de promiscuidad, una cosa horrible.
-¿Y cómo llega la iglesia evangélica a su vida?
-Aquellos fueron días marcados por la muerte. En ese momento se convierte a Cristo mi hermana mayor. Va a una iglesia evangélica con su marido enfermo de cáncer. Ahí le dijeron que los milagros existían. ¡Y ocurre un milagro con mi cuñado! Eso impactó en mi mamá y en toda mi familia. Mi mamá empezó a ir a la iglesia a pedir por mí. Así fue que se convirtió ella al Evangelio. En una oportunidad, escapando de la policía yo me meto en la iglesia del barrio, en José León Suárez. Ahí el pastor predicaba y yo sentí que era para mí. En un momento casi se muere del corazón el pastor porque él pregunta si hay alguien que quiere cambiar su vida y yo me saco el revólver de la cintura y camino hacia adelante con el arma en la mano. ¡Se asustaron todos y el pastor casi se muere! Después hablo con él y le digo que quería cambiar el revólver por la biblia. Yo en ese tiempo necesitaba droga a cada rato.
-¿Qué droga era?
-Ahí ya era cocaína. Me volvía loco. A veces, cuando no tenía droga, me inyectaba la aguja en la vena y esa sensación nomás ya me hacía tirar 15 minutos más para conseguir la droga de cualquier forma. Yo me convertí. Pero el entorno no cambiaba: las mujeres que salían conmigo me buscaban, los adictos y los que vendían droga conmigo me buscaban. Entonces dije: “Voy a robar por última vez y me voy a Misiones para cambiar de vida”. Esa vez, cuando voy a robar me pegan dos tiros en un tiroteo y me salvo milagrosamente. Uno entró en mi espalda y lo tengo alojado hasta hoy abajo de la clavícula. Me desangré, me dejaron tirado hasta que vino la jueza porque alguien murió ahí. Yo me salvé por milagro. Le pedí perdón a Dios mientras estaba tirado.
-¿Quedó preso?
-Para esa fecha ya era mayor de edad pero mentí mi edad. Me llevan a un juzgado de menores y la jueza se da cuenta. Me dice: “Mirá, Héctor, no te corresponde mi juzgado”. Entonces yo le cuento que yo había estado por reformatorios, cárcel de menores, que yo estaba fugado. Entonces le pido a ella una oportunidad. Ella se va y al rato viene y me dice: “A mí no me corresponde, pero no sé por qué hago esto. Yo voy a hacer como que no sé nada de vos. Quizá sea la última oportunidad de tu vida”. Cuando ella me dice eso yo no la escucho a ella, yo escucho a Jesús que me lo dice. De ahí salgo y me meto en la iglesia, me pongo a trabajar para Dios, a ayudar a chicos adictos.
-¿Cómo surge la idea de hacerse pastor?
-En el año ’82 nace un centro de rehabilitación que era en mi propia casa. Ahí los pibes me empiezan a llamar pastor. Era el centro Ondas de amor y paz. Yo había hecho estudio bíblico pero no ejercía el pastorado ni era un pastor tradicional de la iglesia. Con 25 años yo usaba pelo largo, arito, ropa juvenil y rocanrolera. En aquel tiempo los pibes decían “¿qué onda, qué onda?”. Todas eran pálidas. Y yo agarré y pensé en “ondas de amor y paz”. Porque todo el mundo decía: “¿Qué onda tenés vos?”. Y yo respondía: “Yo tengo ondas de amor y paz”.
DE “PASTOR DE LOS HIPPIES” A LÍDER ESPIRITUAL DE LOS ARTISTAS
La primera experiencia de Giménez ante una multitud tuvo lugar en la calle. “Hubo un pastor que armó en la calle Corrientes, a metros del Obelisco, algo que se llamaba ‘El Café de Jesús’. En ese tiempo, en la zona se hizo una feria hippie, eran como trescientos hippies que vendían artesanías. Se armó un lío porque empezaron a fumar porro ahí. Nosotros íbamos, los captábamos y les decíamos que había una onda nueva, que ellos podían conocer algo mejor que la droga, que había una onda de amor y de paz. Los hippies tenían esa onda, entonces empezaron a venir y se llenó”, recuerda el pastor.
El fenómeno empezó a crecer semana a semana. Tanto, que los medios de la época se acercaron a ver de qué se trataba.
“Un día viene la revista Flash. Se enteraron del tema y vienen a hacer una nota. Ahí me ponen ‘el pastor de los hippies’. Por el éxito, la gente de la revista me dice: ‘Giménez, queremos que todas las semanas se cuente un testimonio”. Fue una publicidad impresionante. Los padres traían a los chicos el viernes y el sábado a la calle Corrientes y nosotros los llevábamos al centro de rehabilitación después“, apunta.
-¿De esta experiencia más callejera, cómo pasa usted a ser un referente de los medios?
-Todas las semanas salía un artículo de Flash sobre los milagros de los adictos entre los hippies. Entonces empiezan a aparecer otros medios, los noticieros. Ahí a Héctor Ricardo García le dan Canal 2, de La Plata. La cuestión es que él necesitaba plata para armar el canal. Entonces me dice: “Si me conseguís tal dinero, yo te doy la apertura del canal y el cierre”. Y yo vendí mi casa, vendí el coche, vendimos todo. Juntamos plata entre los pibes y los padres. Entonces arranco en la apertura y al cierre. Fue una explosión por los testimonios de los pibes que salían de la delincuencia y de las drogas que volvían a estudiar y le pedían perdón a los padres.
-Se animó rápido a las cámaras, ¿no sintió pudor?
-Me nació así, es algo que yo nunca había hecho. Hicimos una televisión no cuadrada, hacíamos cosas locas, algo diferente con los testimonios. Héctor Ricardo García también tenía el teatro Astros. Me lo da los lunes a la mañana. ¿Quién iba a venir ese día a buscar el Evangelio o a escuchar milagros? La cosa es que explotó, el 2 de octubre del 86 explota. Yo en ese momento tenía una congregación de 150 personas acá en Capital y en tres meses pasamos a tres mil. La gente se enloqueció, tenían experiencias espirituales, se arrodillaban, lloraban. Algunos se caían al suelo sin que nadie los toque. Entonces García dijo “esto es una nota bárbara para la televisión”. Trajo a la gente del diario Crónica. En ese momento Crónica tiraba un millón de ejemplares. Y me pone en Crónica, en el diario. Ahí fue el ’86. Él ahí gana para transmitir el Mundial de México ’86. Me dice: “Si me conseguís esta plata yo te pongo en el entretiempo de los partidos, te meto tres minutos”. ¡Me veían millones y encima salimos campeones del mundo!
La gente se enloqueció, tenían experiencias espirituales, se arrodillaban, lloraban. Algunos se caían al suelo sin que nadie los toque
-¿Cómo nace su vínculo con los famosos y deportistas conocidos de aquella época?
-Con la tele empezaron a venir distintas personas conocidas también. Mario Zapag, Coco Díaz, Pappo con la madre, Jorge Porcel, Moria Casán, Patricia Dal. El que en realidad se congregaba acá era el marido de Moria Casán, Mario Castiglione. Ellos tienen la hija y como ellos eran juntados la iglesia católica no les quiere bautizar a la hija. Entonces Castiglione, que estaba haciendo un programa de rehabilitación conmigo, dijo: “El Pastor no hace discriminación”. Y decidieron hacer la presentación de la nena acá. Para Moria presentar a la hija en un lugar como un teatro fue como estar en su ambiente.
-Usted ya era un famoso más.
-Sí, en un momento me voy a Mar del Plata. Hay notas en el ’88 y el ’89 donde decían “el Pastor Giménez junta más gente que Bebán”. Decían “Jorge Porcel tiene que ir a las reuniones del Pastor Giménez para mostrar que no hay enemistad entre ellos pero el pastor tiene más gente” (risas). Yo tenía más gente en el teatro. En ese tiempo también se sumaron los futbolistas como (Rubén) Suñé de Boca, muchísimos. Me empezaron llamar “El Pastor de los Artistas”. Pero en realidad ellos venían a las reuniones y eran uno más del montón.
SEPARACIÓN Y JUICIO
En medio de aquella enorme repercusión, mientras pasó de presentarse en su propio teatro de Almagro a llenar estadios como los de All Boys, Atlanta y Racing, el Pastor de los Artistas comenzó a ser noticia por un aspecto de su vida personal. Su primera esposa, Irma López, lo denunció en 1994 por daños y amenazas.
Ante las cámaras de televisión de aquella época, la Pastora Irma afirmaba que había encontrado a su marido con otra mujer mientras iba en su auto por la Costanera. Aunque nunca se probaron los detalles, los autos de los dos pastores terminaron chocados después de lo que los medios describieron como un “confuso episodio”.
Luego llegó el juicio por el divorcio en sí, la pelea por los bienes, la división conyugal y pastoral.
-¿Cómo recuerda esa separación?
-Fue escandalosa porque mi señora creía que yo no me iba a separar. En ese tiempo yo no tenía un pastor sobre mí que me aconseje, nada. Entonces tomé la decisión equivocada de divorciarme pero sin hacer bien las cosas. El mismo periodismo que antes me buscaba, en ese momento la empezó a buscar a ella. Como yo tomé la determinación de no seguir con ella se armó un escándalo. Hasta hoy, si vos gugleás “las 10 mujeres más escandalosas del país”, entre ellas está la ex esposa del Pastor Giménez.
-¿Perdieron contacto desde entonces?
-No, siempre tuvimos contacto por mis dos hijos mayores. Hoy tenemos muy buena relación. Recién me estaba llamando porque está abriendo una iglesia en la costa y con mi hijo vamos a ir a ayudarla. Ahora pasó, ya está.
-Pero en aquel momento tuvieron una larga pelea por dinero.
-Hay una historia que dice que el Pastor Giménez juntaba la plata en pala. Entonces ella tomó un abogado y el abogado le dijo: “Es el pastor Giménez, le sacamos guita”. Y no, la plata que recibíamos era para la iglesia. Siempre fui perfil bajo, vivía en un departamentito y tenía un coche tranquilo. Toda la plata que entraba de la iglesia se dedicaba a los comedores de gente carenciada, hogares de madres solteras. Así que plata yo nunca junté. Todo lo que la iglesia recibía lo devolvía con programas de radio y televisión.
-¿Usted entiende que para mucha gente puede ser difícil de entender la idea del diezmo?
-Bueno, lo que pasa es que la Iglesia Católica no necesita pedir el diezmo porque el Estado banca el culto. Y tienen el monopolio de las escuelas privadas, que es una entrada multimillonaria. Pero nosotros los evangélicos no, nosotros alquilamos un local y tenemos que pagar la luz, el alquiler, todo. Tenemos comedor para gente carenciada y muy pocos gobiernos nos ayudan. Todo el trabajo de acción social que hacemos en las cárceles, los hospitales, con los adictos, con los chicos de la calle y demás, todo lo bancamos personalmente con la congregación. Pero bueno, esa dificultad está.
La Iglesia Católica no necesita pedir el diezmo porque el Estado banca el culto. Y tienen el monopolio de las escuelas privadas, que es una entrada multimillonaria. Pero nosotros los evangélicos no, nosotros alquilamos un local y tenemos que pagar la luz, el alquiler, todo
-Otro de los escándalos mediáticos en los que se vio por aquellos años tuvo que ver con una causa que le iniciaron por estafa a una de sus fieles. Tuvo que enfrentar una demanda y luego una probation para evitar el juicio oral.
-Nosotros somos once hermanos. Un hermano mío, en la otra cuadra, vendía casillas y se llamaban “Casillas Eduardo Giménez”. Alguien le compró una casilla y mi hermano no la entregó. Eran creo que mil quinientos pesos en ese tiempo. Si yo hubiese sabido, ¡pero la causa fue con mi hermano! Lo que pasó es que el juez que llevaba la causa necesitaba un caso que lo saque a la palestra. El tipo me involucra a mí. Cuando yo me entero se ve por la televisión. Él le tira el chisme a Lucho Avilés y Lucho Avilés lo tira. “Procesan al Pastor Giménez”, ponían. La mayoría del argentino común o la gente simple que lee “procesan” lo asocia con ir en cana. Y Lucho, el guacho, puso unas rejas, me puso a mí en eso. Resulta que no era nada que ver.
-Pero tuvo que hacer tareas comunitarias.
-Es que me dicen que tengo que pasar por un juicio, todo un lío bábaro. “O podés hacer una probation y se te termina todo”, me dicen. Como yo siempre serví, agarré y en un comedor que nosotros teníamos en Lugano fui a hacer horas ahí. Después descubrí que en ese tiempo, de los 150 que tenían que hacer la probation el único que la completó fui yo.
-¿En el medio de aquellos escándalos hizo un cálculo de cuánto dinero perdió?
-Cuando yo me separé perdí dos millones de dólares y diez propiedades, que estaban todas ligadas a las donaciones que entraban. Cuando empiezan a caer las donaciones por todo esto, la mayoría de las propiedades, que se habían comprado con hipotecas, se perdieron. Fue una catástrofe financiera.
-¿Fue ahí que decidió alejarse de los medios?
-Yo hice un perfil bajo porque no paraban. Ya me había divorciado, me había casado de vuelta. Para resguardar la congregación yo por doce años me dediqué a mi propia radio. Siempre estuve en Crónica a la madrugada, siempre en horarios no pico. Siempre para la gente. Pero ya dejé de estar en el candelero, evité todo eso y me dediqué a la congregación.
Cuando yo me separé perdí dos millones de dólares y diez propiedades, que estaban todas ligadas a las donaciones que entraban
-Y decidió volver a apostar al matrimonio.
–Carla es la mujer que salvó mi vida. Ella era miembro de acá de la iglesia. El dicho popular dice “cuando uno se quema con leche cuando ve la vaca llora”. ¡Yo me había quemado con un camión de La Serenísima! (risas). Entonces no quería saber nada. Pero resulta que cuando el pastor Giménez queda solo, humildemente lo digo, aparecieron un montón de candidatas atrás mío. Y yo no sabía cómo sacármelas de encima. Entonces un amigo me dice: “Agarrá una chica linda y joven y ponela como secretaria para que reciba todas las cartas que te mandan”.
-Entonces aparece Carla…
-Sí. Ella también se empezó a enterar de los problemas que yo tenía con mi ex mujer. Y empezó a solucionar problemas. ¡Y me empezó a dar paz! Entonces pensé: “Dios mío, la primera vez que conozco a una mujer que me quiere desinteresadamente”. Cuando quise acordar le empecé a ver las virtudes y me enamoré de ella.
-¿Cuánto llevan juntos?
-El 1 de diciembre cumplimos 13 años. Y tenemos a mi hija Abril, que tiene 11 años. Ella sacó lo mejor de mí. Realmente la puso Dios para tener paz, para enfocarme. Yo era muy disperso. Hacía ocho o diez cosas a la vez. Ella me puso una agenda. Fue un ángel que Dios me dio. Y eso hizo que hoy seamos de vuelta una de las congregaciones del país. Ya tenemos 40 iglesias en todo el país.
-Entre las últimas manifestaciones públicas de las iglesias evangélicas, una de las más fuertes tuvo lugar mientras en el Congreso se debatía la ley por la despenalización del aborto. ¿Se interesó por este tema?
-Sí, nosotros movilizamos casi 30 mil personas en todo el país. Y yo personalmente estuve detrás, aunque sin ir a ponerme a la cabeza. Dios es misericordioso y la biblia dice que aunque tu pecado sea rojo, se dejará blanco como la nieve. Yo soy fruto de que mi mamá no abortó. Somos once hijos, mi mamá tenía que abortarme y no lo hizo. Ella tenía hipertensión arterial y se jugó y nací yo. Así que soy una persona que es fruto del no aborto. Es por eso que tengo una cuestión personal y también cristiana.
-¿Qué viene a pedir hoy la gente?
-Hoy es seguridad, hoy la gente tiene mucho miedo. El trabajo es un tema. Los que tienen trabajo piden para no perderlo, y el que no tiene pide por un trabajo estable. Hay muchos que se metieron en créditos como UVA y piden para poder pagarlos. De repente se les fueron las cuotas. Hay mucha gente que la está pasando mal, con deudas.mos buena comida con guantes.
-¿Cómo ve este gobierno y el futuro de la Argentina?
-Yo apoyé al gobierno. Porque yo salí de una vida corrupta y de robo y sé lo que es y lo que sufre el entorno y la gente que sufre y a la cual robás o corrompés. Yo no quise más eso para mi vida, no lo quiero para mi familia ni lo quiero para mi país. Pero no le sale una a este gobierno. Uno a veces piensa “¿quién les escribe el libreto?”. Parecería como que a propósito se equivocan. Uno creía que podían equivocarse en algunas otras áreas, pero no en la económica, porque son de empresas. Pero se ha comprobado que la gestión no tiene nada que ver con ser de una empresa. Yo recorro el país y ese 30% de pobres que hay lo encuentro todos los días. Yo comienzo el día oliendo a perfume y termino oliendo a gente. Y a gente pobre. A gente que no tiene gas y que se están calentando a leña.
-¿Por la crisis reciben menos dinero en concepto de diezmo?
-Esta es una iglesia de fe, de esperanza. Y acá las monedas entraban muy poco. Y ahora vos levantás las bolsitas de ofrendas y la mitad son monedas, hay menos billetes. Se vuelve a escuchar el ruido de las monedas. Ahí se nota que no hay dinero.
-¿Después de 60 años de vida, da fe de que existen los milagros?
-Yo soy un milagro. Mi familia es un milagro. Esta iglesia es un milagro. Y yo creo en el milagro argentino. Hay un dicho que dice “hazte fama y échate a dormir”. Yo soy querido en Noruega, en Inglaterra, en los países escandinavos, en Canadá, en Italia, en España. Me ofrecieron ser pastor allá incluso. Pero yo aposté a la Argentina.