En la frontera de México y Estado Unidos, un equipo de la Patrulla Fronteriza encontró un túnel con rieles ferroviarios y equipado con un sistema de electricidad y ventilación alimentado por energía solar.
El narcotúnel cruza la franja fronteriza desde una casa ubicada en el ejido de Jacumé, municipio mexicano de Mexicali, en Baja California, hasta Jacumba, condado de San Diego, en California.
La Patrulla Fronteriza informó que el túnel rebasó hasta 100 metros la línea fronteriza de Estados Unidos.
Investigaciones de elementos de Seguridad Nacional y la Administración de Control de Drogas (la DEA, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos informaron que el túnel aún no tenía una salida a ese país, pero sí cruzó la frontera de forma subterránea.
El pozo en entrada tenía aproximadamente 10 metros de profundidad. El eje de salida sin terminar subió unos 4 metros, pero el descubrimiento frustró que lograran hacer la abertura a la superficie en territorio norteamericano.
El narcotúnel fue descubierto el 19 de septiembre, en México, por elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) de Baja California y militares.
La excavación y sofisticación de estos túneles clandestinos es cada vez más frecuente, sobre todo a partir de la construcción del muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
De acuerdo con el profesor David Shirk, de la Universidad de San Diego, e investigaciones de medios locales en Estados Unidos, los túneles transfronterizos se utilizan para el contrabando de drogas y personas y arrojan buenas ganancias para la organizaciones criminales.
Incluso si su excavación cuesta más de 1 millón de dólares “pueden recuperar esa misma cantidad en la primera pasada”, dijo el académico.
Lance LeNoir, capitán de las llamadas “ratas del túnel” –un equipo integrado por cinco personas de la Patrulla Fronteriza–, explicó a un medio en San Diego que hasta ahora el método más confiable en detección de túneles ha sido “la investigación policiaca a la antigüita”.
Eso significa, dijo, buscar pistas a través de informantes que notan sonidos sospechosos de martillo neumático, grandes montones de tierra apilados o personas que entran y salen a horas inusuales.
Expertos en seguridad fronteriza también han afirmado que las tecnologías para detectar túneles tienen muchos problemas, por ejemplo: el radar que penetra en el suelo, hasta los sensores que detectan cambios sutiles en la micro gravedad, se ve afectados por el ruido de la superficie, la interferencia de radio y electromagnética y la geografía heterogénea a lo largo de la frontera.
Por eso, las organizaciones criminales están cavando los túneles cada vez más a fondo y haciéndolos más pequeños para que sean más difíciles de detectar, consideraron las autoridades.