Qué hacer para prevenirla y qué en caso de contraerla
Para sensibilizar y concientizarr en la prevención, detección y la necesidad de actuar a tiempo, la asociación Freno al Ictus ha puesto en marcha en España la campaña “Ictus y Mujer”, que cuenta con el apoyo del Instituto de la Mujer, la Dirección General de Salud Pública y el aval de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Una dieta sana y equilibrada, combatir el sedentarismo, eliminar el tabaco y las drogas y reducir el consumo de alcohol, así como tomar la vida con calma son algunas de las pautas que se pueden seguir para evitar el ictus.
¿Pero de qué se trata el Ictus? Se trata de una enfermedad que se produce por la obstrucción del flujo sanguíneo de una arteria, lo que origina una disminución del riego sanguíneo en el cerebro provocando un daño neuronal. Hoy, 29 de octubre, es su Día Mundial. Durante la presentación de la campaña, la directora del Instituto de la Mujer, Silvia Buabent, calificó la enfermedad de “gran desconocida”, a pesar de que cada año afecta a unas 120.000 personas en España.
En la importancia de actuar a tiempo para evitar la mortalidad y las secuelas ha puesto el acento el presidente de Freno al Ictus, Julio Agredano, quien ha insistido en que hay que llamar inmediatamente al 112 al detectar los síntomas. “Al hospital no se va, te llevan”, ha dicho. Y es que las mujeres por el rol que desempeñan en el hogar y su condición de cuidadora no le dan importancia a su salud y tardan más en llegar al hospital.
“El ictus no duele ni al hombre ni a la mujer, pero ésta tiene una serie de determinantes que le impiden acudir a urgencias”, ha señalado la subdirectora general de Calidad e Innovación del Ministerio de Sanidad, Paloma Casado, quien ha ahondado en la necesidad de actuar para eliminar la inequidad por razones de género en el ámbito de la salud.
La campaña incide en que hay que llamar inmediatamente al 112 si se observan síntomas como parálisis facial, pérdida de fuerza en una parte del cuerpo, problemas de visión y en el lenguaje y fuerte y repentino dolor de cabeza.
La doctora María Alonso de Leciñena, coordinadora del grupo de estudio de enfermedades cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, ha asegurado que las mujeres tienen ictus más graves que los hombres, más complicaciones y peor evolución, lo que hace que con más frecuencia tengan que ser institucionalizadas. La tensión arterial y la fibrilación auricular son los factores de riesgo más prevalentes en las mujeres: un 73 % de las que ingresan por un ictus son hipertensas, ha señalado la doctora Leciñena, que ha advertido de que “cada minuto cuenta”.
La soledad post ictus: el duro camino de la rehabilitación
La Federación Española de Ictus (FEI) organiza hoy la jornada “La vida después del ictus”, con especial atención a la investigación y rehabilitación tras el ictus. Las consecuencias del ictus suponen la primera causa de dependencia en adultos en España: déficits motores, sensitivos, visuales, alteración de la sensibilidad o trastornos del habla (afasia) son las secuelas más habituales en los pacientes que sobreviven a un ictus.
Por este motivo hay un mayor consumo de recursos tanto humanos como económicos y sociales en la fase subaguda y crónica. Según el doctor Pedro Tejada, médico rehabilitador de la unidad de daño cerebral del hospital de Gorliz, “ahora que existe una mayor supervivencia del ictus en la fase aguda gracias a los avances y unidades de ictus, necesitamos más enfoque hacia el proceso rehabilitador”.
Pocas veces se ha enfocado el ictus como una enfermedad crónica. Tras la fase aguda el paciente necesita tratamiento ya que muchos de estos déficits lo acompañarán el resto de su vida. Según la doctora Susana Rodríguez de la Unidad de Rehabilitación Neurológica y Daño Cerebral del Hospital Universitari Vall d’Hebron, “es absolutamente prioritario proporcionar y garantizar el acceso a los programas integrales de rehabilitación con los recursos, dosis y duración de tratamiento adecuados después de la fase aguda como parte esencial de la atención a los pacientes que han presentado un ictus. Además en nuestro país faltan programas de reinserción laboral y rehabilitación vocacional para los pacientes jóvenes con ictus”.
Otro de los grandes olvidados son las familias que, en muchos casos se ven abocados a ejercer de cuidadores. Su entorno se ve afectado y la vida de todo el núcleo familiar cambia. Se dan cambios de rol en las familias, sobrecarga, estrés del cuidador y pérdida de poder adquisitivo.
Como señala Carmen Aleix, presidenta de FEI “la rehabilitación es una parte fundamental y en este proceso no sólo está involucrado el paciente y su familia sino también el sistema sanitario que debe velar para dotar a este paciente de todos los recursos para que sea lo más autosuficiente posible”.
A la hora de analizar cuáles son los recursos que el sistema sanitario ofrece para los pacientes post-ictus es imposible saber a ciencia cierta cuántas plazas hay para tratamientos de rehabilitación. Cada comunidad autónoma tiene una normativa diferente, lo que hace que algunas zonas del país se vean afectadas por la falta de recursos, información y tratamientos.