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La industria del libro: con todos los números en rojo, denuncian “desamparo estatal”

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Que el sector editorial atraviesa un momento difícil no es novedad: este panorama oscuro se extiende en toda la economía. Sin embargo, lo que sorprende es el duro comunicado que publicó la Fundación El Libro (organizadores de la Feria del Libro) y al cual Infobae Cultura accedió. Allí, se habla de “números rojos”, de “caída sin fin” y de “desamparo estatal”. El punteo es alarmante: editoriales paralizadas, reducción de personal —desde la Federación Argentina de la Industria Gráfica (FAIGA) aseguran que se perdieron 5.100 empleos—, cierre de librerías y recorte en las compras de la CONABIP.

Basados en los informes de las dos grandes cámaras de la industria, la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) —en los últimos tres años, la producción de libros cayó más del 40% y se aceleró la concentración editorial—, queda claro que el rumbo del mercado del libro no es tan incierto: va directamente al tacho. Y parece que aún no pasó lo peor.

Ahora, del otro lado del teléfono, cuando Martín Gremmelspacher —vicepresidente de la Cámara del Libro y gerente de Bonum— se refiere al mundo del libro, no puede ocultar su pesimismo: “¿Cómo estoy viviendo este panorama? Sinceramente mal. Estamos entrando en dificultades con la cadena de pagos, se está dificultando el cobro y este panorama trágico parece que va a seguir hasta marzo, abril del año que viene, complicándose mes a mes”, le dice a Infobae Cultura.

Por su parte, quien también dialogó de forma telefónica con este medio fue Gabriel Waldhuter, titular de Distribuidora Waldhuter, dueño de la librería Waldhuter (ex Paidós del Fondo) y vice de Fundación El Libro. “Sigo el día a día de las ventas y comparo mes a mes: el mes pasado hubo un 20% menos de ejemplares. Y si lo hago anual puede llegar a ser del 35% al 40% menos”, cuenta sobre algo que la industria ya venía viendo: un estancamiento de la actividad y una caída del consumo que hoy, a octubre de 2018, se ha vuelto estrepitosa.

Ecequiel Leder Kremer, director de Librería Hernández y tesorero de la Fundación El Libro, asegura que “el panorama está realmente mal. Lamentablemente tenemos que decir que la caída, tomando del 2015 a la fecha, es prácticamente ininterrumpida. Esta caída está potenciada con el efecto destructivo del aumento de tarifas y todos los costos de gestión. Las librerías y las editoriales nos encontramos ante una situación realmente muy preocupante. Este estado de situación, más que una crisis es un status quo, un modelo económico”.

Crisis estructural y desamparo estatal

¿Cuál es el rol del Estado en todo ésto? “Las cámaras se vienen reuniendo con el Estado pero esta crisis sobrepasa lo que pueda hacer el Secretario de Cultura. La crisis es estructural, no hay consumo”, dice Gremmelspacher sobre Pablo Avelluto, titular de la cartera que trata estos temas, y la posible responsabilidad de echar mano sobre un mercado que cada vez se restringe más.

Pablo Avelluto (Foto: Guille Llamos)
Pablo Avelluto (Foto: Guille Llamos)

“Las cámaras son las que llevan nuestras voces a la Secretaría de Cultura —continúa Waldhuter— pero los reclamos no son escuchados. Pagamos IVA en toda la cadena salvo a las editoriales porque el IVA está exento. Pero pagamos IVA del alquiler, por ejemplo, y no lo podemos recuperar. Eso es un reclamo de hace años. Por otro lado, en enero y febrero pagué 25 mil pesos de luz. Para que te des una idea, para cubrir la factura de luz tengo que vender 70 mil pesos”.

El miércoles, mientras las cámaras apuntaban a la represión y los incidentes afuera del Congreso, adentro los diputados debatieron durante 17 horas en la sesión por el Presupuesto 2019, que terminó aprobándose, y se hizo con un importante recorte. Teniendo en cuenta que, según el INDEC, la inflación de septiembre fue de 6,5% y ya acumula un 32,4% en todo el año —a este paso, podría cerrar el año con un número cercano al 50—, el Presupuesto sólo presentó un 13,7% de aumento en términos nominales respecto del año pasado.

¿Cómo afecta esto a la industria del libro? “Que va a haber menos compras de libros por parte del Estado. Se ajustó el presupuesto de la CONABIP, por ejemplo”, dice Gremmelspacher sobre  el organismo de la Secretaría de Cultura de la Nación que asiste a unas mil quinientas bibliotecas populares y hace dos años que no realiza su tradicional compra centralizada. Y eso, también, es parte del “desamparo estatal” que denuncian.

Vender e imprimir después de la devaluación

El mapa del mercado editorial cuenta con muchos actores. Además de los editores, los autores y los lectores, están los libreros. Hoy, muy afectadas, se empiezan a ver los cierres. “Aproximadamente hay unas 50 librerías cerradas de 2015 para adelante. Aunque en el interior no tenemos tantos datos. Nosotros, como otros productores de otros rubros, vivimos para el mercado interno: el consumidor argentino. Y hoy los argentinos no tienen un mango. Esto amenaza a convertirse en una situación permanente, y no algo temporario. Hoy, todo el mundo, más allá de sus apetencias políticas, se está convenciendo que esto nos lleva a la ruina”, dice Leder Kremer, y agrega: “Las librerías que mejor ubicadas han reducido sus ventas, pero las que no tienen esa cualidad la están pasando mucho peor. Para tener las ventas del 2013, 2014, en estos diez primeros meses de 2018 debería haberse vendido el 60% más. Y ahí juega también las altas tarifas que hay hoy”.

“Y todas las que están en crisis… el tema es que cómo te enterás que una librería está en crisis, no ponen un cartel”, comenta Gremmelspacher, mientras que Waldhuter agrega que “si no cierra el local, la librería es absorbida por alguna cadena. Aquella librería que seleccionaba el material, que hacía un trabajo más fina de traer libros que quizás no se consiguen, queda en manos de una cadena que posiblemente vende saldos”.

Martín Gremmelspacheren la Feria del Libro (mayo de 2018)
Martín Gremmelspacheren la Feria del Libro (mayo de 2018)

Un tema también es la impresión. En Argentina, los altos costos han llevado a muchas editoriales a que sus productos culturales se confeccionen aquí, desde luego, y se armen afuera. “Cuando se abrieron las importaciones lo que es servicio gráfico empezó a hacerse afuera: China, Chile, Uruguay, Colombia. Pero el lugar donde mayor se imprime es China, aunque ya no por una cuestión de calidades, como era el caso de los libros de literatura infantil, que tienen ilustraciones a todo color, sino sólo por costos. Ahora, con la devaluación, se frenó un poco”, comenta Waldhuter.

“En la venta en el salón, acá —agrega sobre su librería, Waldhuter, ubicada en Avenida Santa Fe al 1600—, el promedio bajó. La gente que se llevaba seis libros ahora se lleva tres, el que se llevaba cuatro ahora se lleva dos, y el que se llevaba uno tiene que pagar la luz o comer”.

Un futuro para tus libros

Hay una idea bastante generalizada que hoy se lee mucho más que en cualquier época pasada. Basta con pensar que según la última tasa de alfabetización medida, en 2015, poco menos del 2% de los argentinos no sabían leer. Además, las plataformas virtuales coridionaisaron la lectura en una vasta población que consume redes sociales sin parar. Sí, todo esto habla de que se lee más, ¿pero qué es lo que se lee realmente? Posiblemente en la caída del consumo de libros en papel esté implícito el cambio de época donde la lectura adquiere nuevas formas.

“No le decretamos la muerte al libro. Para nada. El libro papel sigue absolutamente vigente, una herramienta indispensable. Argentina, con toda esta situación, conserva la mejor red de editoriales y librerías de toda América latina. Pero esto hay que cuidarlo”, comenta Leder Kremer.

Sin embargo, y dicho esto, el problema del mercado editorial no son los nuevos tiempos —como muchos se empeñan en aseverar— sino una situación económica que azota con fuerza. “Desde agosto a esta parte yo casi dejé de producir. Bajé mucho la producción. Y no puedo producir más porque no tengo los fondos necesarios. Cuando entrás en el círculo vicioso en que no te acompaña ninguna variable económica empezás a recortar y a producir menos”, dice Gremmelspacher sobre Bonum, su editorial especializada en espiritualidad, autoayuda y pedagogía.

Cuando hablamos del futuro, Waldhuter se permite la ironía. “El inconsciente lo ve mal”, dice y larga una risa breve del otro lado del teléfono. “Tenemos las mayores expectativas pero también estamos con mucho temor con lo que puede llegar a pasar”, concluyó.

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