Roger Waters, con una copa de vino blanco en su mano, dice que ha llorado mucho en su vida. Y los ojos de un verde pálido, intransigente, infinito, se humedecen. Habla con todo su cuerpo. Como un equilibrista, un mimo, un actor que no necesita interpretar nada porque las emociones estallan detrás de cada recuerdo, definición, pensamiento.
“No me estoy quejando de la suerte que tuve. Estoy agradecido por el contexto en el que nací. Tuve una vida muy interesante. Y cometí muchos, muchos errores, pero también tomé bastantes decisiones correctas. Se me asignó una cantidad más que justa de alegría, sin importar las circunstancias. Y me fue dada la posibilidad de sentir empatía por otro ser humano, y ese es el regalo más precioso que una persona puede recibir en su vida”, inclina su cuerpo hacia adelante como haciendo una confesión.
La leyenda del rock, el ex líder de Pink Floyd, el genio creativo que llegó a la Argentina con Them+Us Tour, durante dos horas hablará de la pérdida irreparable de su padre, su infancia en Cambridge, la relación con su madre, lo difícil que le fue entender a las mujeres, la rivalidad brutal con su antigua banda, el amor por su nueva pareja y la compasión por las madres de Malvinas que lo llevó a involucrarse en la causa por la identificación de los soldados argentinos.
También hablará de política, mucho.
“Hay padres, hermanos, hijos, que cada día salen a luchar y pierden la vida en una guerra. La política busca mantener esa noción del ‘nosotros’ y ‘ellos’ y crea un muro invisible en el medio que nos separa. Si queremos ser realmente felices tenemos que estar juntos y no divididos”, dice.
Siente curiosidad por la Argentina: “Volvieron a tener una inflación muy alta”. Quiere saber si Macri es amigo de Trump: “No lo conozco mucho, pero no confío en los políticos profesionales”. Pide respuestas: pobreza, crisis, corrupción.
Viste su clásica remera negra ceñida al cuerpo, un pantalón también negro y zapatos cómodos de gamuza y suela de goma. Acaba de cumplir 75 años, lleva vendidos más de 250 millones de discos, y solo con The Dark side of the moon ha ganado más dinero del que puede gastar en toda su vida. Si no fuera por el enorme guardaespaldas que lo acompañó hasta la librería del hotel Four Seasons -donde conversa con Infobae– nada haría suponer que es la gran estrella de rock que creó The Wall, obra que se convirtió en el himno de varias generaciones. “Cuando escribí The Wall creí que era sobre mí y sobre mi padre, después me di cuenta que era una historia mucho más grande”.
“¿Vas a tomar tu vino?”, pregunta. Y pide que le sirva un poco más en su copa. “Casi nunca almuerzo, así mantengo el peso”, desliza con un guiño. No parece importarle el paso del tiempo: “Es lo que tiene que ocurrir si queremos estar vivos”, sonríe. Y jura que no mira hacia atrás: “No estoy seguro de que sirva de mucho. Creo que lo importante es no amargarse y tratar de generar alegría en la vida. Ya sea a través de una relación amorosa o de estar disponible para ayudar a las personas que están pasando por circunstancia difícil. Si las podés ayudar de alguna manera, por más pequeña que sea, eso te va a dar felicidad”.
Solo después, cuando la cámara se apague, se acomodará en el sillón para entregarse a una charla que le provocará lágrimas, risa, furia, amor y compasión. Las emociones sacudirán su metro noventa como su música sacude a millones de fans en todo el mundo desde hace 50 años.
La presencia de un padre que nunca conoció
Tenía solo cinco meses cuando su padre murió en un campo de batalla en Anzio, Italia, durante la Segunda Guerra Mundial, el 18 de febrero de 1944. Eric Waters había sido un pacifista comprometido, miembro del partido Comunista británico, un objetor de conciencia hasta que decidió alistarse para luchar contra Hitler. Su esposa Mary, también militante, se quedó sola.
Eric Waters, hijo de un minero, ganó una beca en la Universidad de Durham. Se casó co Mary en 1941 y tuvo dos hijos: George Roger y John. Pacifista Comprometido y se unió al Partido Comunista. Su esposa, Mary, una profesora, también era miembro del Partido. Mientras la guerra se intensificaba, Eric se alistó para luchar contra el fascismo, dejando a su esposa a cargo de la familia. Su esposa Mary, también militante, tuvo que criar sola a sus dos pequeños hijos: Roger y John. El cuerpo de su padre nunca fue encontrado. Una placa lo recuerda en el Cassino Memorial.
-¿Cuánto del hombre que sos tiene que ver con Eric y Mary?
-Qué bella pregunta… (se emociona y piensa un largo rato ). Creo que un 50 por ciento de lo que soy es por ellos. Del resto me tengo que hacer responsable yo. Ellos me enseñaron a sentir empatía por los otros seres humanos.
-La ausencia de ese padre, al que nunca conociste, marcó toda tu vida y tu música…
–No tener papá me golpeó dramáticamente. De hecho, en unas memorias que escribo desde hace varios años, hago referencia a una historia que me contó mi madre. En 1946, los hombres empezaron a volver de la guerra. Y tipos de uniforme comenzaron a buscar a sus hijos en el colegio. Iban en bicicleta. Yo le preguntaba a mi mamá: “¿Dónde está mi papá, dónde está mi hombre en bicicleta?”.
-¿Y qué te respondía?
-Al principio me decía que estaba en Italia. Hasta que un día le dije que iba a ir a buscarlo. Ella me respondió que no lo podría traer de vuelta porque estaba muerto. Sin embargo, yo no quise escucharla y le dije que entonces lo iría a buscar con un tractor. Era la cosa más potente que podía imaginar. Cuando ella me repitió que no serviría de nada, le dije que en ese caso iría con un autobús de dos pisos. Y me fui de la habitación, porque no iba a aceptar un no por respuesta. A esa edad pensaba que con un vehículo grande podría lograr lo que quisiera.
Roger Waters se toca el pecho: “I get a bit emotional” (“Me pongo un poco emotivo”). Y cuenta cuánto necesito esa figura paterna que nunca tuvo en pequeñas y desgarradoras anécdotas de su niñez: “Me levantaba temprano, antes de las seis de la mañana, para ir a ayudar al lechero a repartir la leche. Y cuando en mi casa se hacían reuniones políticas, yo trataba de llamar la atención de los hombres con saltos acrobáticos o dando vueltas por la habitación. Ya en la adolescencia, me quedaba en mi cama cada noche, aterrorizado pensando que podía morir… tenía ataques de pánico. Mi madre decía que le partía el corazón porque yo estaba desesperado por conectarme con algún hombre”.
-El cuerpo de tu padre nunca apareció y eso siempre genera muchas dudas en las familias… Tal vez vos esperaste a tu padre por muchos años.
-Oh, definitivamente. Creo que viví muchos años pensando que mi papá iba a volver algún día.
-¿Cuándo acepta una persona que un ser querido no va a volver?
-Es algo que se da con el tiempo. Para mí creo que fue cuando tenía alrededor de 6 años. Creo que fue en 1949. Él ya había fallecido hacía 5 años y me di cuenta que las chances de que siguiera deambulando por Italia con amnesia no eran muy altas. Supe entonces que ya no iba a volver.
Otro ladrillo en la pared
Describe a su madre como una mujer fuerte, dura e increíble. “Fue madre y padre”, dice. Mary nació en una familia cristiana conservadora y tradicional que la envió pupila a un colegio. Se formó como profesora en un barrio muy pobre “donde la mitad de los niños iban descalzos a la escuela en uno de los inviernos más crudos durante los años de la Depresión, y eso la cambió para siempre. Empezó a interesarse por la política, por el socialismo, y comenzó a ir a reuniones del partido comunista. Era una revolucionaria y una rebelde”, cuenta con orgullo el músico.
De pronto sacude la cabeza, toma un sorbo de vino: “Cuando mi papá murió yo era un bebé que estaba mamando. Y ahí estaba mi madre llorando la pérdida de su hombre mientras yo mamaba su leche y su dolor cada día”.
Sonríe sin embargo cuando cuenta que su madre solo quería que él estudiara para que llegara a ser algo en la vida. “Ella era una profesora diferente. En la década del 40 ya se daba cuenta que no podía enseñarse a los chicos con un sistema en que se les dictaba lo que tenían que aprender, cuándo tenías que cumplir las órdenes y cuándo mantener la boca cerrada”, dice.
Y es imposible no pensar en “Another brick in the wall” (Otro ladrillo en la pared):
We don’t need no education
We dont need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave them kids alone
Hey! Teachers! Leave them kids alone!
All in all it’s just another brick in the wall.
“Yo odiaba la escuela -sigue Waters-. Cuando ya era un adolescente, ir a la escuela era sólo una confrontación de “nosotros y ellos”. La mentalidad del instituto estaba mucho más atrasada de lo que estaban las mentes de los estudiantes“.
Le digo lo que estoy pensando: otra vez su vida y su música son lo mismo.
-Y es así. Muchas veces uso la analogía de que un músico es como un pintor. Mirá el Guernica, ¿qué ves allí? Al contemplarlo te das cuenta de que Picasso solo tenía en su cabeza atrocidades de la Guerra Civil española. Yo pinto lo que veo, no tengo otra elección.
Las mujeres de su vida
“He luchado toda mi vida por tratar de entender a las mujeres”, dispara de pronto. Y entonces llegó el momento de hablar de amor y desamor.
Roger Waters se divorció cuatro veces y tuvo tres hijos. Su primera matrimonio fue en 1969 con el amor de su adolescencia, Judy Trim. Siete años mas tarde se separó, y al poco tiempo se casó con Lady Carolyn Christie, madre de Harry e India. Estuvieron juntos hasta 1992. Al año siguiente se enamoró de la actriz Priscilla Phillips, con quien tuvo a Jack. En el 2001 se divorciaron. En 2004 se puso de novio con la actriz y directora Laurie Durning. Esta vez tardó casi siete años antes de formalizar la relación. Pero el 14 de enero de 2012, en Southampton, Nueva York, en una ceremonia íntima donde fueron solo seis invitados, firmaron un contrato prenupcial y se juraron amor eterno. Tres años después estaban divorciados.
-Aprender a entender a las mujeres ha sido un camino muy difícil para mí. No supe nunca como enfrentar sus enojos, sus iras…
-¿Y qué hacías entonces?
–Lloraba. Y siento que eso a las mujeres no les gusta. ¿Y sabés por qué supe entenderlas? Porque no tuve un padre que me explique como hacerlo. Necesitás un hombre que te enseñe a estar con ellas. Yo solo entendía su poder y hacía lo que ellas me pedían. Creo que esta es la razón principal por la cual mi vida amorosa ha sido tan desastrosa. No tuve un modelo a seguir. Tuve a mi madre y tías. No hubo hombres.
-Pero tuviste relaciones largas en tu vida…
-Que hayan sido largas no necesariamente significa que hayan sido buenas (se ríe), sólo significa que fueron largas. Y esto a menudo es muy malo. Tal vez desde el primer momento supiste que no querías involucrarte con alguien, pero no te sentías con la voluntad suficiente para evitar subirte al tren de manera aunque no estuvieras seguro. Eso es algo que mi madre no me dio. Mi padre estaba muerto y mi mamá no me permitió desarrollar un sentido de empoderamiento, de libertad. Y eso fue porque ella, a su manera, era muy poderosa.
-Tal vez tuvo que serlo. Todas las madres queremos hacer lo mejor y seguramente nos equivocamos. Muchas veces me pregunto si soy una buena madre.
-No la estoy culpando a mi mamá… Y todos se preguntan eso, creo yo. Excepto aquellas madres que son realmente malas, las “madres helicóptero”, las que están siempre sobrevolando sobre sus hijos sin darles libertad. Ellas piensan que son excelentes, pero no entienden que para los chicos es negativo. Los tenés que dejar ensuciarse. No podés alejar a los chicos de los gérmenes, ideas, o cualquier otra cosa. Los podés empoderar escuchándolos y aceptando que aún a una temprana edad son lo que son.
-Otra vez una canción: Time.
-(Sonríe). Sí, ahí digo: “And then one day you find ten years have got behind you. No one told you when to run, you missed the starting gun” (Y de repente un día te das cuenta de que pasaron diez años. Nunca nadie te dijo cuando correr, te perdiste el disparo de largada).
-¿Perdiste alguna vez el disparo de largada?
-Yo tenía 30 años cuando de repente me di cuenta que esto es todo lo que hay. No te estás preparando para nada que vendrá. Podrías pasar la mitad de tu vida pensando que esta va algo va comenzar en algún momento. Y no es el caso. Uno se vuelve autónomo mucho antes de lo que podría creer. Es bueno darle libertad a los chicos. Tienen que tomar decisiones. Yo me he equivocado mil veces, pero siempre supe qué es bueno.
-¿Qué es bueno?
-El amor es bueno, obviamente. Requiere maduración. Si tenés amor real, seguramente va a durar un tiempo largo. Porque el amor se trata de dar, no recibir.
-¿Tenés hoy un amor real?
-SÍ, tengo a Kamilah. No estamos casados, pero estamos juntos desde hace un par de años. Y estoy contento.
-Eso es muy bueno.
-Si. Ella es buena, lo que es bueno también. El perro también está bien, y eso también es bueno (risas).
-¿Qué hace Kamilah? ¿Es artista?
-Es una suposición interesante. No, de hecho la conocí en uno de mis conciertos hace un par de años. Ella trabajaba en transporte. Manejaba el auto que me llevaba. Estuve en un lugar durante dos semanas y había muchos traslados entre el hotel y el estadio. Mi custodio se sentaba adelante con ella y hablaban, mientras yo me quedaba en la parte de atrás. No sé, algo de ella me atrajo…
-¿Y cómo fue la primera vez que intentaste seducirla?
-Un día le dije “disculpame”, y ella se dio vuelta. “¿Alguien te dijo alguna vez que tenés pómulos hermosos?”, le dije. Ví una pequeña reacción, y ese fue el comienzo.
La época “miserable” de Pink Floyd
Roger Waters habla de comienzo, pero también de final. La ruptura con Pink Floyd en 1984 ocasionó la pelea más brutal de una banda en el mundo del rock. Sus ex compañeros dijeron que era egocéntrico y que quería controlarlo todo. Después de Animals (1977) se dijo que había dejado de lado a David Glimour, Nick Mason y Rick Wright. Con The Wall (1979), “su álbum”, los músicos se sintieron casi como una banda soporte. Luego llegó The final Cut (1983) dedicada a su padre. Todo en Pink Floyd era Waters: sus vivencias, sus música, su historia. Llegó el final. Y con este la batalla legal con Glimour por el uso del nombre de la banda, pelea de la que Waters se arrepintió años más tarde.
Después de la ida de Syd Barrett de la banda en 1986, por sus problemas con las drogas (principalmente LSD) y su enfermedad mental, fue Waters quien impuso que Pink Floyd necesitaba ser más político en sus letras. Así, The dark side of the moon (1973) se convirtió en el primer álbum realmente conceptual de la banda. En 1975, la conmovedora Shine on you crazy Diamond -en el álbum Wish you were here- traía de regreso a Barrett y mostraba el dolor de Waters por la perdida de su amigo de la infancia.
Pero esto para el ex líder de Pink Floyd es ya historia. Y no le gusta mirar hacia atrás. Y habla del Them+Us Tour que lo tiene recorriendo el mundo desde 2017.
-Soy muy afortunado de poder salir y hacer lo que hago en el escenario. Tal vez estos sean mis últimos conciertos, tal vez haga más en el futuro, no hay manera de saber. Pero obviamente, no los voy a dar cuando tenga 105 años. Son muy demandantes físicamente.
-Pero te da alegría.
-Sí, mucho más que cuando estaba en Pink Floyd, por ejemplo. Esa etapa fue una suerte de existencia miserable. Esto no lo es. Esto me genera mucha alegría.
-¿Existencia miserable? ¿Sos un hombre muy diferente al que eras en Pink Floyd?
-Soy el mismo tipo. Pero allí no encajaba. Estaba voluntariamente involucrado en una banda con tres personas que no eran yo. Funciono mucho mejor cuando lidero una banda. Me preocupo por la gente que es parte de ella, pero todos saben que es mi banda y es mi trabajo. Y lo hacemos juntos. Todos contribuimos a la producción, pero no hay peleas sobre nada. ¿Por qué las habría? En contraste, yo era miserable en Pink Floyd.
-Pero también es una banda que es leyenda…
-¿Y qué? Tal vez lo sea. Tal vez la miseria haya sido parte de eso. Tal vez haya tenido que ser doloroso.
-¿No extrañás nada de aquellos años? ¿Algún miembro de la banda que hayas perdido?
-No. Bueno, en realidad no perdí a nadie. Me considero amigo de Nick Mason. Tenemos empatía. No tiene nada que ver con la música ni nada de eso: me cae bien, es como mi hermano. David (Gilmour) no me importa. Tengo sentimientos negativos para con él. Rick (Wright) está muerto. Syd (Barrett) también está muerto.
-¿No extrañas a Syd, que fue parte de tu vida en la adolescencia y juventud?
-No realmente. Syd desapareció en 1968. Pasaron 50 años. ¿Lo extraño? Apenas puedo recordarlo. El fue un chico a quién conocí hace medio siglo . Es ridículo pretender con esas cosas.
-Pero hay cosas que pasaron hace años en nuestras vidas y aun nos duelen…
-Desearía que no se hubiera ido tan temprano. Desearía que hubiera tenido una mejor vida, que hubiera podido continuar expresándose creativamente, porque era muy creativo. Pero lamentablemente, estas cosas pasan, y no fue así.
El compromiso político
Roger vuelve a hablar de su tour. Cuenta sobre la banda mapuche Puel Kona que tocará como soporte en La Plata. Su lucha a favor de los pueblos originarios en toda América lleva años, y ha seguido la problemática de los mapuches en Chile y Argentina: “Ellos sabían que los Andes eran suyos, pero nunca supieron que se iba a erigir una frontera. Por ello, han estado peleando contra la invasión de sus tierras de caza por cientos de años, mientras el colonialismo europeo les robaba las tierras”, dice.
“También los apoyo incondicionalmente en su lucha contra The United Colors of Benetton. ¿Me estás tomando el pelo, Benetton? ¿Quieren vender una imagen de que tu compañía apoya la diversidad, pero vienen al sur de Argentina y compran millones de hectáreas para después venderlas a compañías madereras y ganar enormes cantidades de dinero? Me gustaría reunirme con la junta directiva de Benetton y decirles, ¿por qué le están robando a esta gente, porque pueden? ¿porque son una gran corporación?”, extiende los brazos y no puede disimular su ira.
La política lo apasiona. Cambia cuando habla del neoliberalismo, de los hondureños marchando, de los venezolanos migrando de su país, de Lula preso “por un departamento de porquería en una playa a la que nunca fue”, de la verdadera guerra que se está librando “que es la del dinero”, de los 43 desaparecidos en México por los que increpó al presidente Peña Nieto, de Jair Bolsonaro.
-En uno de tus show en Brasil hablaste en contra de Bolsonaro y la mitad de la gente, que solo un rato antes te había aplaudido, te silbó. ¿Te dolió?
-No. O sea… es relativamente interesante. Cuando lees sobre lo que dice Bolsonaro, decís “wow, no se puede ser más demente neofascista que él”. Es claramente una locura. Pero la gente lo vota, y eso nos hace volver a pensar cómo la economía neoliberal ha devaluado a muchas sociedades al crear una grieta enorme entre las 10 personas que dominan todo y el resto, con una pequeña clase media flotando en algún lugar. Pero la gran mayoría no tiene nada. Nada. Y viven en medio de una inmensa penuria.
-Pero vos lo dijiste: fue votado en elecciones democráticas.
-Esto se siente como un déjà vu. Hitler fue electo democráticamente en Alemania en 1933. Fueron elecciones abiertas y democráticas. “¿A quién querés?” “Hitler, por favor”. Diez minutos después, no había más estado de derecho, sólo camisas pardas y gente muerte. Casi tiene éxito en su plan de apoderarse del mundo ¿Qué hubiera pasado después? Estimo que eventualmente el imperio americano hubiera luchado contra el imperio alemán por algún tema económico. Afortunadamente Hitler estaba un poco loco y cometió graves errores estratégicos, lo que llevó a que la guerra terminara relativamente rápido.
-Quizás en la décadas del 30 y del 40 no había tanta información como hoy como para que la gente no sepa a quién vota. Hasta quizás es más preocupante porque lo votan y no pueden no saber qué piensa...
-La gente hoy vive en una suprema ignorancia. Por ejemplo, si vos le preguntás a esta gente por qué vota de la manera en que lo hace, la mayoría te va a decir que es porque todo es horrible y le va a echar la culpa a alguien más. La gente que vota por Trump dice que la culpa de todos los males la tienen los musulmanes y los chinos. Esa es una visión demasiado simplista. Lo que es más relevante todavía es que ninguno de ellos escuchó sobre la Chicago School of Economics. Ninguno entiende de dónde viene el neoliberalismo, y como fue apoyado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Trabajando juntos, le vendieron la idea del neoliberalismo y la economía de libre mercado a todo el mundo. Vendieron la idea de que la acumulación de riqueza es el santo grial. Trump es la corporización perfecta de todo lo que está mal con la economía neoliberal. Todo. Y él lo cree. No entienden que están destruyendo el mundo.
Solo al final, cuando ya descargó su ira contra contra los líderes del mundo que rechaza, puede permitir reírse un rato y contar lo maravilloso que es llegar a Sudamérica con su show.
“Sudamérica es diferente. Acá la gente que viene a los shows es joven. A mi en los Estados Unidos no me sigue toda gente mayor, pero tampoco tantos jóvenes como acá. Ese es uno los mayores contrastes con Norteamérica. Por ejemplo el mi amigo Eric Clapton, son todos viejos. Allí están las fans de 60 años cantando sus canciones. ¡Acá son todos chicos! Saben todas las letras. Ellos entienden que las canciones se tratan de sueños y sueños perdidos y amor y alegría y remordimiento y muerte y dolor. Esto me encanta. Me mueve mucho”.
Las madres y los soldados de Malvinas
“No es lo que yo hice por las madres de Malvinas, es lo que ellas hicieron por mí. Me cambiaron la vida”, se emociona. Y sus lágrimas tienen una historia que ya lleva casi 7 años.
En diciembre de 2011 a Roger Waters le llegó un mail a su correo privado. Se lo envié yo. Él aun no me conocía, pero respondió. El asunto decía: “Carta desde Argentina”. Y allí, en 6 líneas, le explicaba que desde 2008 estaba acompañando al veterano Julio Aro que impulsaba junto a las madres de Malvinas una causa humanitaria: identificar a los 122 argentinos enterrados en Darwin como Soldado argentino solo conocido por Dios. Las puertas oficiales estaban cerradas y necesitábamos su ayuda.
El músico se comprometió: habló con embajadores, se comunicó con la Cruz Roja Internacional, le escribió al Foreing Office británico y le pidió a la entonces presidenta Cristina Kirchner por los soldados argentinos. Hoy, gracias al Plan Proyecto Humanitario 102 caídos fueron identificados.El26 de marzo, cuando los familiares viajaron a las islas para visitar por primera vez las tumbas de sus hijos que habían recuperados sus nombres, el músico británico -que estaba por comenzar su gira- envió para las madres un conmovedor video a través de esta periodista de infobae.
-¿Cuánto de la empatía que sentís por los soldados de Malvinas tiene que ver con tu propia historia?
-La pérdida de mi padre obviamente tiene que ver. Tal vez el haber visto también como mi madre perdió un esposo. Y el sufrimiento que le causó que su cuerpo nunca haya sido encontrado. También vi sufrir a mi abuela, porque mi abuelo murió en la Primera Guerra Mundial, en Francia. Ese dolor se incrementaba en las madres de Malvinas porque no tenían una tumba donde dejar una flor o una lágrima. También fuiste vos y tu conmovedor mail… Y porque en mi casa me habían enseñado que siempre podemos hacer lo correcto.
-Los familiares de los soldados de Malvinas me dicen que las esquirlas de las bombas que mataron a sus hijos también los lastimaron y quedaron incrustadas en sus vidas para siempre. ¿Sentís lo mismo?
-Seguro que sí, sin dudas. Es como cualquier tragedia. Hace años, cuando daba entrevistas, me preguntaban a veces que ambiciones tenía, considerando que había logrado tanto. E instintivamente dije una vez, y lo he repetido desde entonces-, que quiero morir antes que mis hijos. Es algo relativamente fácil de decir, pero es cierto. No me puedo imaginar qué se siente que tu hijo muera en una guerra organizada sin razón alguna.
-Había una dictadura en Argentina…
-Y una dictadura en Inglaterra
-La dictadura no quería dejar el poder y sus miembros pensaron que si recuperaban las Malvinas… ya conocemos la historia. Pero el tema es como una guerra que tuvo lugar hace 36 años todavía está presente por el dolor que genera. Tu dolor, el dolor de las madres y las familias.
-Es cierto. Yo escribí mucho sobre eso. De hecho, el álbum en el que escribí sobre Malvinas fue The Final Cut. La canción se llama Requiem for a Post War Dream y está dedicada a mi padre. Me emociono un poco cuando hablo de esto porque es un logro gigante. Y a pesar de que no compense por la pérdida de vidas, es un gran triunfo para el espíritu humano y la capacidad que tenemos de empatizar con el otro, de entender qué se siente si un ser amado te es arrancado de los brazos, y de hacer duelo y llorar por los hijos de otras personas. Me siento honrado de poder haber jugado un pequeño papel en esto.
-Tenés una cercanía enorme con el sufrimiento de las personas…
-Y tengo una cercanía particular a la guerra porque estoy demasiado en contra de ella. Es tan fútil. Siento tanta compasión por las familias argentinas como por las británicas. Alguien me dijo una vez que yo creía que las Malvinas son argentinas. Yo no tengo opinión sobre eso. Lo único que importa es que no se derrame una gota más de sangre por una pelea de aspiraciones coloniales llevada a cabo por monarcas europeos que murieron hace siglos.
-Vas a conocer por primera vez a las madres de Malvinas que invitaste a tus dos recitales ¿Qué les querés decir?
-No tenemos que hablarnos porque inevitablemente vamos a derramar lágrimas juntos. Yo voy a tomar sus manos y nos vamos a mirar a los ojos, y sabremos que el hecho que ellas estén un poco más cerca de sus hijos de alguna manera nos alienta a acercarnos un poco más nosotros.
-Ya estás con los ojos húmedos y aún no las abrazaste…
-Las vas a tener que mantener alejadas en La Plata porque tengo que trabajar y sino me voy a poner a llorar descontroladamente (sonríe con ternura). ¿Sabés algo? Estoy ansioso por conocerlas. Ellas me van a ayudar a hacer mi trabajo, eso es lo que me da energía. Es la razón por la cual hago lo que hago.