“El cuerpo del niño era un mapa de lesiones”. Así describió a la víctima un veterano médico policial a los fiscales del caso. Trascendieron detalles escalofriantes sobre los maltratos que sufría el pequeño, de apenas 3 años.
Una semana atrás salió a la luz un estremecedor caso de violencia familiar, que tenía como principal víctima a un pequeño de apenas 3 años. Ese día, una vecina se animó a denunciar a su “familia”. “Cuando los policías pudieron ver al nene, estaba casi muerto, totalmente deformado por los golpes, con moretones, cortes y ampollas por quemaduras de distinto tipo. Apenas podía abrir los ojos por los chichones. Apenas el chiquito vio a la mujer policía le tiró los brazo y se agarró fuerte de su cuello. Quería irse con ella”, relató la fiscal Alejandra del Río Ayala.
La funcionaria -acompañada por su par Marcelo Fontana- brindó detalles espeluznantes al juez Luis Octavio Silva, durante la audiencia de medidas cautelares en la que el magistrado finalmente ordenó la prisión preventiva para los dos acusados, el padre de la víctima, cuyas iniciales son C.E. (25 años) y su actual pareja, una joven identificada como N.L. (20).
El pasado sábado, los fiscales Del Río Ayala y Fontana imputaron al hombre investigado como autor del delito de tentativa de homicidio calificado por el vínculo y a la mujer se le atribuyó la coautoría del mismo delito.
No reconocido
La fiscal relató que el acusado no quería a su hijo de 3 años. “Cuando el menor nació, no lo reconoció como suyo. Ni siquiera le dio su apellido. Fue entonces que se separó de su esposa, con la que tenía otro niño, que hoy tiene 6 años”, contó.
Siempre en base a lo afirmado por la funcionaria, los chicos vivían con su madre en Santo Tomé, mientras que C.E. formó otra familia con N.L. en barrio San Agustín II, en la zona noroeste de la ciudad, y juntos tuvieron otro bebé, que ahora tiene 1 año.
Todo cambió este año, cuando la casa de la ex mujer del imputado se incendió. “Los niños estaban solos en ese momento. Por ese incidente, las autoridades dispusieron que sea el padre quien tenga la guarda de los menores. Prácticamente, lo obligaron a aceptar al nene de 3 años y darle su apellido.
Según distintos testimonios de vecinos aportados por Del Río Ayala, los maltratos fueron frecuentes en el precario rancho de C.E., construido con chapas y lonas.
El pasado jueves 8 de noviembre, una vecina preocupada por algunos rumores llamó a la Central de Emergencias 911. Para ese entonces, hacía tres semanas que no se veía al pequeño de 3 años. Los mayores decían que estaba en penitencia, pero en realidad estaba postrado en su cama. Una patrulla del Cuerpo Guardia de Infantería llegó hasta la casilla cerca de las 14.30 y allí encontró a N.L. La mujer dijo que todos los chicos estaban bien, que no pasaba nada, que el otro chiquito estaba durmiendo. Por varios minutos, los uniformados insistieron hasta que no tuvo alternativa. Ella fue adentro y salió con el pequeño en brazos. “El menor prácticamente estaba muriéndose. Los policías quedaron pasmados. El niño se tiró en los brazos de la suboficial. La agarró fuerte del cuello, como para que se lo lleve. Inmediatamente lo trasladaron al Hospital, donde sigue internado”, remarcó la fiscal.
Abuso salvaje
Del Río Ayala aseguró que el niño había sufrido “agresiones continuas, de manera sistemática”. La funcionaria del MPA explicó que el acusado le había pegado con palos, también con sus puños y que lo arrojaba contra las paredes, generalmente porque “se hacía pichí y caca encima”.
Luego, la fiscal utilizó casi un cuarto de hora para describir todas las lesiones que tenía el pequeño en su cuerpo. “Era un mapa”, le habría reconocido un veterano médico policial.
El niño tenía golpes en todo el cuerpo. Su cabeza estaba deformada. Tenía quemaduras de cigarrillos y algún líquido en brazos y piernas. Hematomas importantes en la zona intercostal y también en la abdominal. Tenía cortes efectuados con objetos romos y también con otros filosos. Su labio superior estaba partido al medio.
El acusado escuchó con el rostro imperturbable casi toda la exposición de la fiscal, con la mirada fija en el suelo. Sólo pareció sollozar cuando la funcionaria contó que el hijo de 6 años, hoy en un hogar para menores, se tiró al piso y les dijo a quienes lo cuidaban: “Estoy cansado de lo que hace mi papá”. Él también tenía algunas lesiones, según se habría comprobado.
Cuestionamientos
Por su parte, el abogado Mario Guedes, defensor oficial que asiste al imputado, definió como “irracional” la calificación elegida por la fiscalía. En su criterio, de carátula tendría que ser “lesiones graves calificadas por el vínculo” y “abandono de persona”. Por su parte, la doctora Gisela Alemandri, quien representa a N.L., adhirió a lo expresado por Guedes y deslizó que su defendida “podría haber sido también víctima en esta historia de violencia”.
Una vez conocida la decisión del juez por la que los imputados iban a quedar en prisión, ambos defensores pidieron seguridad especial para sus representados en sus lugares de alojamiento. Es que tanto el padre como su pareja se sienten amenazados por los otros internos.
Tentativa de homicidio
Los hechos que investigan los funcionarios del MPA ocurrieron en el transcurso de los meses de octubre y noviembre de este año. “El hombre agredió al niño físicamente de manera continua y sistemática, lo golpeó e incluso lo quemó con cigarrillos para luego dejarlo encerrado en el domicilio”, señalaron los fiscales.
“El imputado -afirmaron- cometió estos hechos con conocimiento del peligro de su acción y voluntad en cuanto al resultado. Además, de no ser por el aviso de un vecino a los servicios de emergencia, las lesiones que sufrió el niño hubieran desembocado en su muerte”.
Respecto de la mujer investigada, se le atribuyó la coautoría del delito ya que “N.L. estaba presente cuando el imputado golpeaba al menor y no sólo no intervino para impedir la situación sino que, además, ocultó al niño de la autoridad policial y negó que estuviera lesionado”, explicaron los fiscales.