A días del comienzo del foro político internacional más importante del año, te contamos como es la casa del embajador de los Estados Unidos. Residencia francesa con contenido americano.
Ernesto Bosch fue parte de la historia política y social de la Argentina de fines del siglo XIX. Además de ser embajador argentino en Francia entre 1889 y 1910, fue canciller y el primer presidente del Banco Central de la República Argentina. Casado con Elisa Alvear –miembro de la mítica familia con importantes líderes políticos en el país– al volver de su larga estadía fuera del país para comenzar a ejercer como canciller, ambos le encargaron al arquitecto francés René Sargent (también constructor del Sans Souci) una residencia diaria que albergara a toda su familia.
Los planos originales llegaron desde París en 1911 y su diseño estuvo inspirado en el neoclasismo francés que tomaba la esencia del siglo XVIII y XIX, muy popular a comienzo del siglo XX. Luego de cinco años de construcción sobre el terreno que ocupa casi la manzana (rodeado por las avenidas Del Libertador y J. F. Kennedy, y las calles Seguí y Fray Justo Santa María de Oro), el Palacio Bosch Alvear se finalizó en 1917. Sus jardines fueron concebidos por Achille Duchêne, un gran paisajista francés de fines del siglo XIX y principios del XX, y fueron realizados por el reconocido Carlos Thays.
Pero lo que los Bosch Alvear no pensaron al momento de su creación era que lo iban a habitar solo durante 11 años, ya que una palabra de más pronunciada por Ernesto Bosch sería el condicionante de venta del magnífico edificio. Robert Woods Bliss era el embajador de Estados Unidos en la Argentina entre 1927 y 1933 –durante las presidencias de Marcelo Torcuato de Alvear, Hipólito Yrigoyen y Jose Felix Uriburu– quien fue encomendado por el presidente Herbert Hoover para encontrar una residencia que sirva como lugar de hospedaje permanente a las futuras visitas de los presidentes estadounidenses.
Maravillado por la obra, que conoció en distintos eventos allí realizados, Bliss se acercó a Ernesto Bosch con el fin de adquirir la mansión, pero Bosch rechazó la oferta dado que la venta del inmueble no estaba en sus planes. Ante otra insistencia pública del embajador, el dueño tasó el imponente edificio en un precio inalcanzable para la época. A las pocas semanas, Bliss le indicó al Bosch que ese precio estaba aprobado por su país y, por esto, se vio en la obligación de venderlo tras una situación ardua con su esposa, quien adoraba vivir allí.
Considerado un trozo de la arquitectura de la belle époque, el palacio tiene 101 años y se mantiene casi igual a como fue concebido. Hoy, la primera planta está enteramente ocupada a la habitación del embajador y la segunda planta tiene el comedor diario. Además, cuenta con salón de baile donde se realizan los ágapes sociales, cancha de tenis, pileta y vestuarios para la comodidad de los visitantes. Todavía se mantienen las arañas originales pensadas especialmente para el Palacio Bosch Alvear y el contrato de venta donde figura el impensado monto para la época.
El palacio recibe miles de personas en las decenas de eventos realizados cada año. Desde mayo de 2017 es el hogar del embajador Edward Prado. Hoy, el Bosch Alvear es una de las 33 propiedades significativas de los Estados Unidos fuera del país, compartiendo el listado con el Hôtel de Pontalba, la residencia del embajador francés, y la Winfield House, casa del embajador en Reino Unido.
En sus visitas, distintos presidentes norteamericanos han sido alojados en la magnífica construcción. Franklin Delano Roosevelt, en 1936 durante la presidencia de Agustín Pedro Justo; Dwight Eisenhower, en 1960 durante la presidencia de Arturo Frondizi; George H. W. Bush, en 1994 en la presidencia de Carlos Saúl Menem y Barack Obama, apenas asumió el actual presidente Mauricio Macri en marzo de 2016, luego de una significativa visita a Cuba. En esta oportunidad será el hogar del presidente Donald Trump en su primera visita oficial al país, con motivo de la cumbre del G20.