“Chatarra, suciedad, basura”, eso quiere decir grunge, ese movimiento punk rock con epicentro en Seattle que explotó cuando el 24 de Septiembre de 1991, Nirvana publica “Nevermind”. Un disco incendiario, con 12 canciones grabadas en menos de un mes que se transformó en bandera generacional. El álbum que convirtió al rock alternativo en éxito comercial y a Kurt Cobain en la última gran figura icónica del movimiento.
Pero Cobain, Kris Novoselic y Dave Grohl no habían quedado conformes con “Nevermind”. Lo consideraban demasiado prolijo y pulido, querían que sonara más sucio. No pensaron lo mismo más de 30 millones de personas que compraron el disco hasta convertirlo en uno de los más vendidos de la historia. La discográfica se ilusionaba con siquiera vender 250 mil copias.
Iba a llamarse “Sheep” (oveja) pero se decidieron por “Nevermind”, algo asi como “no importa”, en alusión a la indiferencia, el desgano y la abulia que reinaba entre la juventud y la sociedad norteamericana. Hoy ocupa un lugar en el podio de los discos de punk rock junto con “The Clash”, el debut de los Clash y “Never mind de bollocks” de los Sex Pistols.
“Nevermind” es considerado por la crítica como el mejor disco de la década del ’90 y fue ubicado por la revista Rolling Stone en el Nro 17 dentro de los mejores 500 de la historia. “Nevermind” es un disco punk, con potencia pop y algunos de los estribillos más arrasadores que puedan escucharse. Como el de “Smells like teen spirit”, un himno de la Generación X que traspasó los tiempos.