Los obispos argentinos iniciaron una ronda de encuentros, y se mostraron preocupados por la situación social del país, a la vez que volvieron a repudiar el debate por el aborto.
“Estamos terminando un año sumamente difícil. Muchos acontecimientos que hemos vivido en los últimos meses nos han provocado perplejidad”. Así de lapidario fue el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, quien analizó con los obispos el rumbo del país y la situación social de los argentinos.
Fue en el primer día de la Asamblea Plenaria de obispos, donde la Iglesia hizo un mea culpa pero al mismo tiempo trazó un duro panorama sobre la marcha de la gestión de Mauricio Macri y alertó que la crisis económica “resiente la confianza en la dirigencia política”.
Ojeda cuestionó “la habilitación del debate sobre el aborto y su repercusión en muchos jóvenes”, el fenómeno posterior de las “apostasías”, las denuncias de abusos en colegios religiosos y los “ataques a la persona del Santo Padre desde adentro y desde afuera de la Iglesia de un modo que no tiene precedentes”.
“Todo esto lo hemos vivido en medio de una crisis social y económica que golpea a todo el pueblo argentino, y que va resintiendo la confianza en la dirigencia política aumentando el mal humor social, el enojo y la intolerancia que hace muy crispada la convivencia”, advirtió Ojea ante decenas de obispos en la casa de ejercicios El Cenáculo (La Montonera) en Pilar.
En su mensaje, el obispo de San Isidro señaló que ante estos hechos los obispos no deben reaccionar con “ira, el enojo o victimización”, ni “paralizarse”, sino que deben reconocer que “en muchas de estas situaciones” el Episcopado ha tenido su “parte de responsabilidad”, por lo que debe hacer “un profundo examen de conciencia”.