A un año de la muerte de la niña de 12 años por no recibir un trasplante a tiempo, tras la ley que lleva su nombre se registró en los últimos meses un auspicioso aumento en ablación y trasplantes
A un año de la muerte de Justina Lo Cane, de 12 años, por no recibir un trasplante de corazón a tiempo, la ley que lleva su nombre y que se aprobó en julio pasado empezó ya a mostrar resultados auspiciosos, al registrarse en los últimos meses un aumento de las donaciones y trasplantes de órganos.
Impulsada por el senador de Cambiemos Juan Carlos Marino junto a los padres de Justina –Ezequiel y Paola-, la ley aprobada por unanimidad el 4 de julio pasado establece en su punto principal que todas las personas son donantes de órganos, salvo que hubieran expresado su voluntad contraria.
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“La Ley Justina cambió el paradigma de la donación de órganos”, celebró Marino en diálogo con NA, al tiempo que indicó que el objetivo de la norma era “aumentar la cantidad de donantes” y “capacitar, sobre todo en el interior del país, a las personas que pueden intervenir en el proceso de donación y trasplante”.
Para el senador nacional de La Pampa, a pocos meses de la aprobación de la ley, los resultados empezaron a verse: “En 2017 hubo 1.012 trasplantes y en 2018 ya llevamos 1.438”, subrayó Marino, al tiempo que destacó que “el año pasado la negativa a donar órganos era del 40 por ciento y este año, en solo tres meses bajó al 16 por ciento”. El legislador indicó que “no es una ley que obliga a todos, como se dijo”, porque “quien no quiere ser donante puede registrarse para no serlo” y, además, puso de relieve el carácter “solidario” de la ley con quienes eligen no donar, un elemento que a su juicio “tuvo poca difusión”.
“A diferencia de Uruguay, donde el que no dona no recibe, acá pusimos en la ley que si alguien no es donante igualmente puede recibir un trasplante de órganos”, destacó el senador radical, al tiempo que recordó las palabras de la diputada Graciela Camaño durante el debate de la norma: “Esta ley es perfecta”