En teoría, explicó a The Guardian Sarah Leah Whitson, Mohhamed Bin Salman no solo podría salir herido políticamente de la cumbre del G20 en Buenos Aires sino que su presencia en suelo argentino supondría también un peligro legal bajo la doctrina de la jurisdicción universal, que permite a los jueces de cualquier país buscar el arresto de personas sospechosas de delitos graves como genocidio, tortura o ejecuciones extrajudiciales, independientemente del lugar donde se cometieron los delitos.
La jefa de la división de Oriente Medio de Human Rights Watch detalla que en Argentina y se han abierto tres casos de jurisdicción universal relacionados con la guerra civil española, el genocidio armenio y Palestina.
Si bien no hay planes conocidos en la justicia argentina de perseguir a bin Salman, abogados internacionales podrían acusarlo ante un tribunal europeo y luego buscar su arresto a través de Interpol en Buenos Aires.
“Existe un grave riesgo de que se presenten quejas en su contra”, dijo Whitson. “Y no ser el jefe de estado significa que no se beneficia de la impunidad”, advirtió.
La llegada del príncipe heredero a Buenos Aires se da en medio de la fuerte controversia que provocó en la comunidad internacional el brutal asesinato de Khashoggi en el consulado saudí en Estambul. La última vez que el periodista fue visto con vida fue el 2 de octubre, cuando las cámaras de seguridad registraron el momento que ingresaba al consulado. A partir de ahí, no se supo más de él.
Después de repetidas negativas, Arabia Saudita finalmente admitió que el hombre de 59 años había sido asesinado en la misión en una operación “deshonesta”. Sin embargo, tardó 17 días en admitir el crimen luego de intentar encubrirlo, de ocultar todas las pruebas a las autoridades turcas y de enviar de regreso al escuadrón de agentes secretos que se encargó del homicidio.
Los asesinos de Khashoggi descuartizaron su cuerpo y se deshicieron de él echándolo por el sistema de desagüe después de haberlo disuelto en ácido, según indicó el diario turco Sabah. El examen de muestras extraídas de las tuberías de la residencia del cónsul saudí en Estambul permitió detectar restos de ácido.
Pese a las versiones del reino, una escucha complica a Bin Salman. Un miembro del comando que llevó a cabo el asesinato instó a un superior por teléfono a que “le dijera a su jefe” que los agentes habían cumplido su misión, lo que apuntaría al príncipe heredero, según The New York Times a partir de una grabación a la que accedió la CIA.
Ya hay muestras de repudio
“Asesinos de la talla del príncipe heredero Mohamed bin Salman, involucrado en el caso del periodista asesinado Jamal Khashoggi no nos representan”, afirmó el movimiento ATTAC Argentina en un duro comunicado. Respaldados por más de 60 organizaciones y personalidades nacionales y del mundo, la filial argentina de La Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras especulativas para Ayuda a los Ciudadanos, también puso al heredero del poder en Riad en la lista de sus principales repudios.
El movimiento se plantea una agenda en el marco de la “Semana de Acción Global contra el G20 y el FMI”, en la que denuncian que el foro no los representa. Entre las razones, suman la visita del saudita a quien llaman “asesino”.
Los especialistas afirman que su visita a Buenos Aires podrá incómodos a los mandatarios.”Es un momento significativo”, dijo Bruce Riedel, un veterano funcionario de la CIA y ahora miembro senior de Brookings Institution a The Guardian. “Tenemos un príncipe heredero para quien la cosa de Khashoggi es solo una parte de las políticas imprudentes y peligrosas en toda la región, en Yemen y el Líbano y en otros lugares”.
“Me imagino que algunos líderes autoritarios y Trump saludarán calurosamente a Bin Salman”, dijo al medio británico Nicholas Burns, ex diplomático estadounidense. “Depende de Merkel, Macron, May y Trudeau ser los campeones de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho y evitar abrazarlo”.