Un sector del peronismo no quiere esperar mucho más. Apura por estos días las conversaciones para encontrar un candidato que le asegure el regreso al poder en el próximo turno electoral, para el que falta un año, pero recién daría a conocer ese nombre en marzo o abril de 2019. Antes hay que pasar el verano. Y antes del verano hay que pasar diciembre.
Todavía no está definido quién será ese candidato capaz de derrotar a Mauricio Macri y terminar con la experiencia de Cambiemos, al menos a nivel nacional. No sería ninguno de los nombres que hoy están en danza, tanto en la vertiente del peronismo federal como en las filas del kirchnerismo, aunque podría finalmente haber unidad luego de una gran interna.
Más concretamente, y en contra de los deseos de la Casa Rosada, que prefiere ver un tablero opositor dividido y trabaja detrás de ese objetivo, ese candidato no sería Cristina Kirchner por una razón simple: no garantiza el triunfo. Podría pasar a una segunda vuelta, pero no más allá. “No gana, ya está”, resumió lacónicamente un dirigente peronista involucrado en el diseño de la estrategia opositora.
Además, el kirchnerismo que quiso ir por todo contabiliza ya tres derrotas desde 2013. En el PJ eso no se olvida, por más que ningún otro dirigente del panperonismo tenga hoy la base de apoyo que tiene la ex Presidenta. ¿Aceptará Cristina Kirchner ir a una interna o ceder la candidatura a un supuesto ganador? El estratega peronista no ve alternativa. Es eso o el llano cuatro años más, con otros riesgos asociados en la Justicia. Pero Cristina es Cristina, no sería la primera vez que elige equivocarse.
Tampoco sería Sergio Massa, hoy por hoy el principal referente del peronismo no kirchnerista. También a él, al menos por ahora, los números le son esquivos. Las encuestas no están mostrando esa foto que le gusta al massismo de un electorado dividido en tercios. Además, en el peronismo recuerdan que en la última elección quedó en tercer lugar, y en la misma lista anotan también que otro presidenciable, el salteño Juan Manuel Urtubey, hizo una muy mala elección en su propia provincia en las legislativas del año pasado.
Quedan pocos nombres y en el PJ acotan aún más las opciones. “No es ninguno de los que hoy se están considerando, va a ser peronista y va a ser un gobernador, pero no lo vamos a decidir todavía”, sostienen con una cuota de misterio cerca de un mandatario provincial. “Se está conversando mucho”, confirmó la fuente. Eso dejaría afuera a otro que tiene aspiraciones, el senador Miguel Ángel Pichetto. Y entre los que gestionan provincias son contados los que podrían trascender su terruño.
La lectura que desde el peronismo federal se hace del Gobierno es que su suerte está echada: enumeran que no supo conducir la economía, endeudó al país en cifras astronómicas y no le van a dar los tiempos para que una eventual reactivación en la segunda mitad del año que viene llegue a tiempo al bolsillo de la gente. “A Macri ya nadie le cree”, ilustró un dirigente de peso en el PJ. Hace muy poco Massa llevó a la capital norteamericana la imagen de una Argentina “desilusionada por un nuevo fracaso”, aunque al mismo tiempo observó que “las sociedades nunca retroceden”.
Los mismos peronistas que le bajan el pulgar a Cambiemos creen, con algo de voluntarismo, que les va a tocar gobernar dentro de no mucho y por lo tanto necesitan presentarse como una opción seria, que ofrezca previsibilidad y garantías de gestión en una Argentina moderna e integrada al mundo. A priori, entonces, cualquier asociación con el kirchnerismo parece acarrear una contradicción. Pero a la hora de sumar votos esa convivencia incómoda quizá sea inevitable.