Este domingo cerca de 50 mil corredores de todas partes del mundo competirán en la 48° edición de la Maratón de Nueva York, una de las seis grandes citas que componen el circuito anual World Marathon Majors. Al igual que en cada año cientos de atletas argentinos estarán presentes. Ninguno como Daniel Brondani.
Con el número 16612 estampado en el pecho, este maratonista, oriundo del barrio Los Gobernadores, en la ciudad de Paraná, no luchará por el liderazgo; sus objetivos van por otro lado. Él fue hasta la Gran Manzana para cumplir el sueño de unir sus dos grandes pasiones: el folklore y el running.
Entre miles de corredores Brondani atraerá la mirada ajena por la peculiar vestimenta que lucirá: correrá completamente ataviado de gaucho, con alpargatas, bombacha, faja, rastra, camisa, chaleco, pañuelo y sombrero aludo. La iniciativa nació casi por casualidad, pero trae detrás una larga historia.
Brondani tiene 45 años y es padre de dos hijos, Luciano y Mara. Trabaja como repartidor de artículos para quioscos y despensas. En diálogo con Infobae, contó que desde chico estuvo influenciado por la cultura gauchesca, la misma que hoy transmite a través de la ropa y la tonada.
Se crió visitando el campo, el “hogar” de su papá. “Desde chico mis viejos me llevaban a Puerto Curtiembre“, dijo refiriéndose al pequeño poblado situado sobre la ribera oriental del Río Paraná, a 70 kilómetros de la capital entrerriana.
De sus primeros años también recuerda otro lugar que solía frecuentar en familia: el festival de Cosquín.
La música lo acompaña desde chico. En su rutina diaria no pueden faltar las melodías de pueblo, baladas litoraleñas, chamamé, chamarrita, chotis, valseado y tanguito montielero, entremezclados con chacareras y zambas.
El folklore es parte importante en su vida: “En agosto del año anterior empecé bailar y a los tres meses me animé a presentaciones en festivales organizados por peñas”, comentó.
Por aquel entonces, ya con experiencia en pruebas de larga distancia, por su cabeza todavía no pasaba la excéntrica idea de correr vestido de gaucho.
Brondani empezó a correr en septiembre de 2015 cuando se sumó al grupo de entrenamiento del Club Estudiantes de su ciudad. A los pocos meses tuvo el bautismo en una carrera local de 10 kilómetros. Luego se animó a otra de 15K, en Santa Fe. La practica lo atrapó rápidamente. Y la ambición de ir a por más invadió su mente.
“Me entusiasmé y enseguida quise ir por una de 42K, pero mi entrenador me decía que era muy temprano para afrontar ese paso”. Tozudo, obstinado tras el propósito, aquellas palabras no pudieron frenar su intención.
Finalmente su estreno en la maratón tradicional fue en octubre 2016, en la clásica 42K de Buenos Aires. Desde allí no paró. Al año siguiente corrió la misma distancia en Rosario y nuevamente en Buenos Aires. En cada una fue bajando el tiempo anterior. Pasó de las 3h58m hasta las 3h39m –su mejor registro– que marcó en la última, el 22 de abril de este año, en Mendoza.
En el medio, Brondani tuvo una experiencia –hasta hoy era la única– fuera del país. Fue en Encarnación, Paraguay, donde participó en una media maratón bajo un calor abrasador. Aquella travesía lo animó a ir por otro anhelo: correr una de las seis grandes maratones internacionales.
En principio, tenía otro plan en mente. Quería ser parte de su carrera favorita, la Maratón de Berlín. Allí vio cómo se coronaron algunos de sus máximos referentes: Haile Gebrselassie, Dennis Kimetto y Eliud Kipchoge.
Tras debatir con su grupo de corredores, al final eligieron Nueva York, a donde fue con el look campesino.
“Qué mejor que ir allá, a un lugar donde habrá tantos corredores como para darle fuerza a nuestras costumbres y tradiciones y demostrar la identidad argentina“, explicó con orgullo.
La iniciativa de ir vestido de gaucho surgió a mediados de mayo, durante una jornada en la que no tenía zapatillas para entrenar. Esa vez el único par se le había mojado con una lluvia.
“Ese día me acordé de un brasileño (Edilson Saraiva de Mesquita) que corrió en Buenos Aires en ojotas y me pregunté por qué no podría correr con alpargatas”, recordó.
Y continuó el relato: “Probé y como me sentí cómodo después le sumé el sombrero, el pañuelo y así hasta correr con el atuendo completo”.
Al margen de la comodidad, la indumentaria le sumará más peso que la clásica vestimenta de runner, con short, remera o camiseta térmica y zapatillas especializadas. Para compensar este incremento se sometió a dieta: pasó de los 85 kilos que marcaba en la balanza al momento de iniciar la preparación a los 80 actuales.
Brondani está mentalizado en superar el desafío y completar la prueba. Cuenta con algunos antecedentes en alpargatas: hizo tramos de 5 y 10K y hasta corrió dos media maratones con ese particular calzado. En la última le salieron ampollas, a los kilómetros 12 y 20.
“Sé que es un riesgo, pero es cuestión de aguantarlas nomás. Es algo que también pasa usando zapatillas”, sostuvo.
“Soy consciente de que el calzado ayuda, pero estoy convencido de que si tenés un buen pie y una buena pisada no es tan necesario”, aseguró. Para el atleta la clave está en cambiar la técnica, “en correr hacia adelante y aterrizar con el metatarso y después, el talón”.
Antes de finalizar la charla telefónica, el maratonista se tomó el tiempo para valorar el apoyo de sus entrenadores: Lorena Carussi y Sasa Rafael Rosales. Este último forma parte de la delegación que viajó a territorio estadounidense.
“Éramos alrededor de veinte, pero por cuestiones económicas al final somos diez los que vinimos desde Paraná“, señaló en la previa a la gran competencia.
Nueva York los recibió el miércoles con un sol cálido que los abrigó ante una temperatura de 8 grados. Brondani aprovechó los días para pasear por la ciudad y deslumbrarse con algunos de los rincones que hoy recorrerá. Y no se olvidó, por supuesto, de alistar las alpargatas, la bombacha, la faja, la rastra, la camisa, el chaleco, el pañuelo y el sombrero aludo