Ya se había confirmado la suspensión del Superclásico del siglo y el diluvio se iba apagando. Y entonces, una escena en el estadio Monumental llamó la atención: unos rodillos secadores eran cargados por empleados del club en unas combis. ¿El destino? La Bombonera. ¿La idea? Poner la cancha en condiciones para que el partido pueda jugarse mañana, tal y como se anunció inicialmente.