El dólar volvió a las andanzas. Casi $ 1,50 hoy, un salto que pronto lo podría ubicar en los $ 40. Si la noticia es la foto, la película data de hace diez días. Desde ese momento, el dólar comenzó un camino alcista, sumando de a 10 centavos. Fue un reacomodamiento lento en lo cuantitativo, pero un ineludible mensaje para los fondos de inversión que se habían llegado hasta estas orillas.
El mensaje del BCRA fue claro. El recorrido del dólar en noviembre pasó de $ 35,5 a $ 38,5 y se deglutió en dos oportunidades la tasa efectiva que pagó el plazo fijo. Es decir que se habían terminado las “garantías” para aquellos que habían vendido dólares, y colocado sus ahorros en pesos a tasa de interés.
En el BCRA trataron infructuosamente de bajar las tensiones que se habían generado el último viernes. Llamados de teléfono mediante, decían que el nivel del tipo de cambio estaba dentro de la banda de flotación y que un salto no iba a tener lugar.
A los brokers les preocupaban básicamente dos cosas. Por un lado, cuál era el efecto que podía tener en las posiciones en pesos un deslizamiento del tipo de cambio. Es decir, si los fondos iban a aguantar esa “pérdida” a la hora de salir de esas inversiones. Por otro, el mensaje que el BCRA había dado en los últimos días, poniendo en duda el “piso” del 60% de tasa y apostando a que, según el compromiso con el FMI, dos mediciones consecutivas a la baja de las expectativas de inflación podían desencadenar alguna decisión del BCRA en ese sentido. Bueno, esas mediciones van a encadenar dos caídas consecutivas la semana próxima, con lo que los fondos podrían estar adelantándose a esa medida.
Pero además, hizo ruido otra cosa. En un contexto donde se veía venir mayor emisión monetaria en diciembre, sumado a un descalce entre los niveles elevados de riesgo país (la sobretasa que pagan los bonos argentinos por sobre la de los bonos del Tesoro de EEUU) y la supuesta pax cambiaria, generó tensiones. La mayor inflación alimenta expectativas de devaluación, y éstas a su vez le ponen “piso” a las tasas del mercado, especialmente a la tasa Badlar que es la que miran los inversores que toman al dólar como salvoconducto. Hay que sumarle a esto los pesos que el BCRA liberó en las licitaciones de sus bonos.
Sin embargo, lo que encendió las luces de alerta fue que el dólar se recostó prácticamente sobre la base inferior de “la banda de Sandleris”, lo que les bajó mucho la libido a los hacedores del carry trade (la bicicleta financiera) que esperaban en esa instancia que el BCRA comprase dólares y no esterilizase la emisión.
Es decir que el BCRA, en lugar de conservar su ventaja generando incertidumbre, empujó la cotización del dólar en la base inferior de las bandas, por lo que un salto del tipo de cambio era lo único que podía ocurrir si Guido Sandleris pretendía que el mercado le creyese de aquí en adelante. Si eras un inversor que había colocado sus pesos a tasa, entonces un salto del dólar (aumentado en su probabilidad por encontrarse el dólar en la base) te podía quitar la rentabilidad ganada. Conclusión: los ganadores son los que salen primero. Y ya sabemos quiénes son los que se van en la pole position.